jueves, 23 de junio de 2011

El Nilo, símbolo del renacimiento y la vida eterna para los antiguos egipcios


El Nilo, símbolo del renacimiento y la vida eterna para los antiguos egipcios



La expedición al Nilo Blanco, que conducía el sudafricano Hendri Coetzee, fue la primera que consiguió navegar la longitud entera del río Nilo. La expedición salió desde el nacimiento del Nilo en Uganda el 17 de enero de 2004 y llegó al mar Mediterráneo exactamente en Rosetta, 4 meses y 2 semanas más tarde. National Geographic produjo una película sobre esta expedición hacia finales de 2005 y la tituló El río más largo.

El 28 de abril de 2004, el geólogo Pasquale Scaturro y su compañero, el practicante de kayak y cineasta documental Gordon Brown fueron los primeros en navegar el Nilo Azul, desde el lago Tana en Etiopía a las playas de Alejandría sobre el mar Mediterráneo. Aunque su expedición incluyó a varios componentes estos dos fueron los únicos que permanecieron el viaje completo. Filmaron su aventura con una cámara IMAX y la emitieron en una película denominada El Misterio del Nilo además de escribir un libro con el mismo título.



El 30 de abril de 2005, un equipo conducido por los sudafricanos Peter Meredith y Hendri Coetzee, fueron los primeros en navegar la parte más remota del río Nilo, el río Akagera que comienza en Rukarara en el bosque Nyungwe en Ruanda. El 31 de marzo de 2006, tres exploradores de Gran Bretaña y Nueva Zelanda, liderados por Neil McGrigor reclamaron haber sido los primeros en viajar por el río desde una nueva fuente en la selva tropical de Nyungwe en Ruanda, descubriendo que el Nilo es 107 kilómetros más largo que lo que estaba previsto anteriormente.



El río Nilo (النيل en árabe) es el mayor río de África además de ser considerado tradicionalmente el río más largo del mundo.Sin embargo, estudios recientes (2007 y 2008) han redefinido el nacimiento del río Amazonas en el sur del Perú (en lugar de en el norte), y ahora ése es reconocido como el más largo.
La fuente más lejana del lago Victoria es el río Kagera, localizado al noroeste de Tanzania: si se considera éste como fuente del Nilo, su nacimiento sería el curso de agua más largo hasta el Mediterráneo, siendo por ello el Nilo-Kagera el segundo río más largo del mundo, con una longitud de 6.756 kilómetros.





El Nilo tomó su actual configuración al final de la Era Terciaria. Está ubicado al nordeste del continente, nace en Burundi y tiene dos afluentes principales, el Nilo Blanco y el Nilo Azul. El primero atraviesa los Grandes Lagos de África, teniendo su fuente más distante en Ruanda y fluye al norte por Tanzania, el lago Victoria, Uganda y Sudán, mientras que el Nilo Azul comienza en el lago Tana, en Etiopía, y fluye a lo largo del sudeste de Sudán. Ambos se encuentran cerca de la capital sudanesa, Jartum.


La parte del norte del río fluye casi completamente por el desierto, entre Sudán y Egipto, un país cuya civilización ha dependido del río desde hace siglos. La mayor parte de la población de Egipto y todas sus ciudades –a excepción de las del Delta del Nilo y los oasis–, se encuentran a lo largo del valle del Nilo, al norte de Asuán, y la mayoría de los lugares de interés cultural e histórico se hallan a lo largo de las riberas del río. La desembocadura del río conforma el Delta del Nilo, que desemboca en el Mar Mediterráneo.


El Nilo, símbolo del renacimiento y la vida eterna para los antiguos egipcios, ha sido durante los siglos el principio vital de su país. El río y sus orillas se contemplan desde el aire como una larga faja verde serpenteando a través del árido desierto. Esa faja es Egipto: la prodigalidad del Nilo lo creó, y permitió el desarrollo de una de las mayores civilizaciones de todos los tiempos.




El Nilo es, con sus 6.708 kilómetros desde su fuente más remota, el río más largo del mundo. Sus dos «orígenes» surgen de las profundidades de África. El Nilo Blanco brota de las aguas del lago Victoria, y fluye hacia el norte en dirección a Jartum, en Sudán, donde se funde con el Nilo Azul, más corto pero más caudaloso. Allí donde las aguas se reúnen es posible ver la confluencia de las aguas azuladas del Nilo Azul y las más claras, verde pálido, del Nilo Blanco.

Desde Jartum el río corre hacia el norte hasta El Cairo, donde se divide en dos importantes canales, uno de los cuales desemboca en el mar Mediterráneo en Damietta, a unos 60 kilómetros de Port Said; el otro prosigue hasta Rasid (la antigua Rosetta). En este lugar, en 1799, fue hallada la famosa piedra de Rosetta que ayudó a descifrar los jeroglíficos egipcios. Entre ambos brazos se extiende el delta del Nilo: 37.000 kilómetros cuadrados de tierra cultivable formada por ricos depósitos aluviale

Para los egipcios el Nilo era, y sigue siendo, el centro de su existencia. Facilitaba el crecimiento del grano, proveía el pescado y el valioso junco de papiro, y era utilizado como vía fluvial. La veneración del pueblo para con el río se advierte en el Himno al Nilo, compuesto presumiblemente durante el Imperio Medio (hacia 2050-1750 a.C.): «Salve, oh Nilo, que surges de la tierra, que vienes a dar vida al pueblo de Egipto.» El historiador griego Herodoto resumió con agudeza la relación entre el país y el río: «Egipto es un don del Nilo.»


En sus orígenes, el antiguo Egipto era llamado por sus habitantes Kemet, que significa «negro», a causa del contraste entre las oscuras tierras aluviales formadas por el sedimento de las crecidas y el leonado desierto que se extendía a ambos lados hasta perderse de vista. Al parecer, los egipcios consideraban que todos los ríos guardaban relación con el Nilo. Por ejemplo, una inscripción en una estela real de finales del siglo XVI a.C. describe al Eúfrates, el gran río de Mesopotamia que fluye de norte a sur, como cese río invertido que corre a contracorriente». En otras palabras, se consideraba que cualquier río que fluyera en dirección contraria al Nilo lo hacía de forma equivocada.



La característica más vital del Nilo para los habitantes de Egipto, desde la remota prehistoria hasta 1971, eran sus inundaciones anuales. Ese don del río procedía de las lluvias africanas y el deshielo de las nieves de las montañas de Etiopía que daban origen a inmensos torrentes. El río inundaba los campos adyacentes y, al retirarse las aguas, los dejaba cubiertos de una rica y fértil capa de limo. Fue esta fertilidad la que nutrió la antigua civilización egipcia.


El escritor latino Séneca describió lo providencial de las crecidas del río para los egipcios: «Es una hermosísima visión cuando el río inunda los campos. Las llanuras desaparecen, los valles se ocultan. Sólo las ciudades emergen como islas. El único medio de comunicación es la nave; y cuanto más sumergida queda la tierra, mayor es el júbilo de su gente.»

En tiempos de los faraones, el Nilo alimentaba las vidas de millones de personas en su recorrido á través del país. Había, por supuesto, años malos en que las inundaciones fallaban, como durante los siete años de carestía que según la tradición tuvieron lugar durante el reinado de Zoser, rey de la III dinastía (hacia el siglo XXVIII a.C.)
Pero casi siempre el río proporcionaba una vida holgada a quienes dependían de él, al menos a las clases altas, a juzgar por los versos escritos para celebrar la nueva capital de los faraones de la XIX dinastía al noroeste del delta, los bíblicos Ramsés: «La Residencia es agradable para vivir; sus campos rebosan de cosas buenas; están (llenos) de víveres y alimentos cada día, sus estanques de peces, y sus lagos de pájaros. Sus praderas son verdes y herbosas; sus orillas dan dátiles... Sus graneros están (tan) llenos de cebada y trigo (que) llegan casi hasta el cielo. Las cebollas y puerros son para el alimento, y la lechuga de la huerta, las granadas, manzanas, olivas e higos del vergel, el vino dulce de Ka-de-Egipto, que supera a la miel...»


Ka-de-Egipto, un viñedo del delta, así como la abundancia de hortalizas y frutas a las que se alude, no hubiesen existido sin el Nilo.
La agricultura de la región ha progresado desde aquellos tiempos: la simiente ya no es pisoteada por los carneros, o, como observó Herodoto en el siglo V a.C., por los cerdos. Algunos de los antiguos instrumentos todavía son de uso cotidiano, por ejemplo el shaduf, introducido durante el Imperio Nuevo (aproximadamente 1567-1085 a.C.). Este simple mecanismo permitía sumergir un cubo en el agua y luego elevarlo por medio de un contrapeso. En los años que siguieron a su invención aumentó considerablemente la extensión de tierra cultivada, y hoy día todavía es utilizado por los egipcios.



Pero el cambio más espectacular de los últimos años lo ha constituido la Gran Presa de Asuán, construida en 1971, y la consiguiente creación del lago Nasser, el mayor lago artificial del mundo. Ahora es posible irrigar durante todo el año; sin embargo, la gran inundación anual ya no existe, la crecida del río se ha reducido considerablemente, y el sedimento que a lo largo de los siglos sirvió a Egipto se ha visto mermado.

En algunos lugares el desierto está ganando terreno: allí donde los palmerales antaño prodigaban su fresca sombra, ahora sólo ondean unas cuantas frondas dispersas sobre la cima de las invasoras dunas, y los verdes campos están siendo devorados por las batientes arenas.
La vida cotidiana en el antiguo Egipto estaba entretejida de observancias y rituales religiosos. El río se asociaba con cierto número de dioses, siendo su deidad particular Hapi, Gran Señor de los Alimentos, Señor de los Peces. Según la creencia popular, Hapi era responsable de las crecidas, derramando el agua de su jarro sin fondo, sentado en una cueva protegida por serpientes al pie de las montañas de Asuán. Anualmente se hacían sacrificios en Yabal Silsila para asegurarse de que inclinara su jarrón en el ángulo adecuado: demasiado volcado podía significar un diluvio, y demasiado poco significaría sequía y hambre en todo el país.

Una estatua de Hapi, que se encuentra ahora en el Museo del Vaticano en Roma, lo muestra con 16 niños, cada uno de ellos de la altura de un codo. Esto simboliza el hecho de que si la crecida anual no alcanzaba los 16 codos (unos 8 metros), entonces la tierra no florecía y su gente padecía hambruna.

Hapi encarna al Nilo, pero el río también está vinculado con la vida y la muerte de Osiris, el dios del mundo de ultratumba. Simbólicamente, la historia de Osiris refleja la vida del gran río. Durante su reinado en Egipto fue asesinado por su malvado hermano Set, y los fragmentos de su cuerpo fueron esparcidos por todo el país. Su consorte, Isis, tras una concienzuda búsqueda, reunió los miembros dispersos y lo resucitó. Tras su resurrección, tuvieron un hijo, llamado Horus, el siguiente rey de Egipto que también fue divinizado. Entonces Osiris descendió para gobernar el mundo de ultratumba.

La vida y la muerte de Osiris simbolizan la muerte y resurrección anual del Nilo. El malvado Set es el ardiente viento del desierto que consume las aguas. Osiris está muerto cuando el Nilo está seco, y su cuerpo es encontrado por Isis el día de su crecida anual. Al igual que Osiris fecunda a Isis, creando nueva vida y esperanza, el río anega sus orillas para fertilizar los campos.


Osiris es el Nilo, Isis la tierra: la unión de ambos es la unión perennemente productiva del agua y del suelo.

La prosperidad en torno al Nilo permitió a los egipcios edificar magníficos monumentos a lo largo de su cauce: templos y monumentos a los antiguos dioses y reyes. Inevitablemente, las exigencias del progreso han entrado en conflicto con la necesidad de preservar el pasado. Ambas consideraciones fueron espectacularmente reconciliadas con la construcción de la presa de Asuán, que salvó a los templos de Abu Simbel de ser sumergidos por las aguas. Los dos templos, esculpidos en las faldas de la montaña en la orilla oeste del Nilo, fueron trasladados, mediante una sorprendente obra de ingeniería que terminó en 1966, 64 metros más arriba de su emplazamiento original.

Los templos fueron construidos en tiempos de Ramsés II, el tercer rey de la IX dinastía. Durante su largo reinado (1290-1224 a.C.) se edificaron aproximadamente la mitad de los templos egipcios que subsisten, la mayoría erigidos para celebrar sus hazañas contra los hititas y conservar el imperio asiático de Egipto.


Ramsés también dejó su huella más abajo de Abu Simbel, a lo largo del río, donde un asombroso despliegue de monumentos rodea la antigua capital de Tebas. Allí se encuentra Karnac, uno de los templos más impresionantes del mundo. Los magníficos pilares de su sala hipóstila, elevándose a gran altura y formando grandes grupos con sus macizas basas, parecen concebidos para dar paso a grandes seres incorpóreos.

El enorme conjunto está dedicado al faraón Amón, de cabeza de carnero, dios de Tebas, ulteriormente identificado con Ra, el dios sol, y convirtiéndose en Amón-Ra, el rey de los dioses durante el apogeo de Tebas. Las ruinas cubren unos 20.000 m², y comprenden los restos de avenidas bordeadas de esfinges, enormes puertas de acceso, santuarios y templos, y un lago sagrado.

Junto a Tebas se encuentra Luxor, también dedicado a Amón; y atravesando el Nilo desde Luxor se extiende el Valle de los Reyes, donde fueron sepultados la mayoría de los monarcas de la VIII dinastía (aprox. 1570-1342 a.C.).

Los más famosos monumentos de Egipto se encuentran al norte, casi a la entrada del delta, donde se elevan los colosales volúmenes de las pirámides de Gizeh, últimas supervivientes de las Siete Maravillas de la antigüedad.

Junto a las orillas del Nilo, las humanas actividades diarias reafirman el antiguo ritmo de la existencia. En algunos lugares, éste parece haber cambiado apenas desde que los viajeros victorianos acudieran a pintar el río en todos sus aspectos, y pudiera no ser tan diferente de los tiempos de los faraones.

La palabra española Nilo procede de la denominación árabe 'nīl. Dicho término proviene del griego Neilos (Νειλος), que significa «Valle del río». En la antigua lengua egipcia, el río era llamado Hapy (ˁpī) o Iteru (itrw), que significa «Gran río», representado por los jeroglíficos que se muestran en las imágenes. En el idioma copto, la palabra piaro (sahídico) o phiaro (boháirico) significa «El río» (literalmente «El gran canal»).
El Nilo fue un elemento fundamental para el florecimiento de la civilización del Antiguo Egipto. La mayor parte de sus ciudades se encontraban en el valle del Nilo y el Delta, al norte de Asuán. El Nilo fue vital para la cultura egipcia desde la Edad de Piedra. El cambio del clima y la desertización desecaron las tierras de caza y pastoreo del África septentrional para conformar el desierto del Sáhara, en torno al 8000 a. C. entonces, muchos habitantes migraron y se asentaron junto al río Nilo, en donde desarrollaron una economía agrícola y una sociedad centralizada. Además se sabe que el río Nilo se congeló en dos ocasiones a lo largo de la historia, en 829 y en 1010

A pesar de los intentos de griegos y romanos (que fueron incapaces de atravesar el Sudd) el curso alto del Nilo permaneció inexplorado en su mayor parte. Varias expediciones habían fracasado en sus intentos por determinar la fuente del Nilo, lo que motivó las representaciones helenística y romana del río como un dios masculino con la cabeza y la cara ocultas por telas. Agatharcides registró que en tiempos de Ptolomeo II una expedición militar había remontado lo suficientemente el curso del Nilo Azul como para determinar que la causa de las inundaciones veraniegas eran las fuertes lluvias estacionales en el Macizo Etíope; sin embargo no se cree que ningún europeo de la Antigüedad alcanzara el lago Tana ni que siguiera los pasos de esta expedición más allá de Meroe.

Los europeos prácticamente no consiguieron nuevos datos sobre los orígenes del Nilo hasta los siglos XV y XVI, cuando viajeros por Etiopía visitaron el lago Tana e incluso la fuente del Nilo Azul en las montañas al Sur del lago. A pesar de que James Bruce declaró haber sido el primer europeo en visitar esa fuente, escritores modernos con mejores conocimientos le dan el crédito al jesuita español Pedro Páez. La descripción de Páez de la fuente del Nilo (Historia de Etiopía, c. 1622) no fue publicado íntegramente hasta comienzos del siglo XX. Este texto es una larga y vívida descripción de Etiopía. Sin embargo el relato aparece reflejado en varios escritos contemporáneos a su composición, como la Historia geral da Ethiopia a Alta (Balthazar Telles, 1660), Mundus Subterraneus (Athanasius Kircher, 1664) o El Estado Actual de Egipto (Johann Michael Vansleb, 1678). Los europeos habían vivido en el país desde finales del siglo XV, y es posible que alguno de ellos hubiera visitado la fuente anteriormente, pero fuera incapaz de enviar un relato con sus descubrimientos fuera de Etiopía. El portugués Jerónimo Lobo también describe la fuente del Nilo Azul, habiéndola visitado poco después de Pedro Páez. Su relato también aparece en la obra de Balthazar Telles.
El Nilo Blanco era incluso más misterioso e incomprendido, y en la Antigüedad se pensaba, equivocadamente, que el río Níger era en realidad el curso alto del Nilo Blanco; así Plinio el Viejo escribió que el Nilo tenía sus orígenes «en una montaña de la Baja Mauritania», discurría por la superficie durante una distancia de «muchos días», luego se volvía subterráneo, reaparecía como un gran lago en territorio de los Masaesyles, luego volvía a desaparecer bajo el suelo del desierto, por donde discurría «por una distancia de veinte días de viaje hasta alcanzar a los etíopes más cercanos». Un mercader llamado Diógenes relató que las aguas del Nilo atraían animales como el búfalo de agua o los camellos (tras su introducción por los persas en el siglo VII a. C.).

El lago Victoria fue contemplado por europeos por primera vez en 1858, cuando el explorador británico John Hanning Speke alcanzó su orilla Sur durante su viaje de exploración por el África central con Richard Francis Burton y cuyo objetivo era localizar los Grandes Lagos. Creyendo haber encontrado la fuente del Nilo al ver por vez primera esta «gran extensión de aguas abiertas», Speke le dio el nombre de la soberana del Reino Unido de entonces. Burton, que se había estado recuperando de una enfermedad descansando algo más al Sur, en las esquinas del lago Tanganica, montó en cólera al saber que Speke había dado por demostrado que su descubrimiento era la auténtica fuente del Nilo, cuando Burton lo consideraba aún como algo sin certificar. Lo que siguió fue una gran pelea pública, que no sólo originó un intenso debate dentro de la comunidad científica de la época, sino que incitó a muchos otros exploradores a confirmar o refutar el descubrimiento de Speke. El conocido explorador y misionero británico David Livingstone fracasó en su intento de confirmar las aseveraciones de Speke al desplazarse demasiado al Oeste y entrar en la cuenca del Congo. Finalmente fue el explorador galés Henry Morton Stanley quien confirmó la veracidad del descubrimiento de Speke al circunavegar el lago Victoria y describir la gran salida de agua de las cataratas Rippon en la orilla Norte. Fue durante este viaje en el que se supone que Stanley saludó al explorador británico con las palabras «¿El doctor Livingstone, supongo?» al encontrar al escocés enfermo y abatido en su campamento a la orilla del lago Tanganica.

El caudal del Nilo Alberto en Mongalla es casi constante a lo largo del año y tiene un promedio de 1.048 m³/s. Después de Mongalla, se conoce al Nilo como Bahr El Jebel, el cual entra en los pantanos de la región Sudd de Sudán. Más de la mitad del agua del Nilo se pierde en esta zona pantanosa debido a la evaporación y a la transpiración. El caudal medio en Bahr El Jebel es aproximadamente de 510 m³/s. Desde aquí se encuentra pronto con el río Sobat y forma el Nilo Blanco.

El Bahr al Ghazal y el río Sobat son los dos tributarios más importantes del Nilo Blanco en términos de drenaje del área y de caudal. La cuenca hidrográfica del Bahr al Ghazal es la más grande de las cuencas del Nilo, midiendo 520.000 kilómetros cuadrados (200.000 mi cuadradas), aunque eso signifique una relativamente pequeña cantidad del agua, aproximadamente 2 m³/s (71 pies³/s) cada año, debido a los enormes volúmenes de agua que se pierde en los pantanos Sudd. La cuenca del río Sobat, que une el Nilo una pequeña distancia hasta el lago No, tiene 225.000 kilómetros cuadrados (86.900 mi cuadrados), pero contribuye con 412 metros cúbicos por segundo (14.500 pies³/s) cada año al río Nilo. Durante la época de la inundación el Sobat lleva una cantidad grande de sedimentos por lo que contribuye en gran medida al color del Nilo Blanco.

El flujo medio del Nilo Blanco en Malakal justo debajo del río Sobat, es de 924 m³/s (32.600 pies³/s) y el flujo máximo es aproximadamente de 1.218 m³/s (43.000 pies³/s) a principios de marzo siendo el flujo mínimo de aproximadamente 609 m³/s (21.500 pies³/s) a finales de agosto. Desde aquí el Nilo Blanco fluye hasta Jartum donde se une al Nilo Azul para formar el río Nilo. Más lejos se incorpora el río Atbarah, el último tributario significativo aunque en período seco no aporta agua. Durante la estación seca (enero a junio) el Nilo Blanco contribuye aproximadamente entre el 70% y el 90% del caudal total de Nilo. Durante este período de tiempo el caudal natural de Nilo Azul puede ser de sólo 113 m³/s (4,000 pies³/s), aunque corriente arriba las presas regulan el flujo del río.

El Nilo Azul contribuye aproximadamente entre el 80 y el 90% del caudal del río Nilo. El flujo de este varía bastante sobre su ciclo anual y es la contribución principal del flujo de Nilo. Durante la estación húmeda, el flujo máximo de Nilo Azul a menudo excede los 5.663 m³/s (200.000 pies³/s) a finales de agosto. Antes de la creación de las presas, los flujos máximos eran de más de 8.212 m³/s (290.000 pies³/s) y ocurrían del final de agosto a principios de septiembre. Los flujos mínimos eran de aproximadamente 552 m³/s (19.500 pies³/s) y tenían lugar a finales de abril y a comienzos de mayo.



Fuente:

No hay comentarios:

Publicar un comentario