miércoles, 6 de julio de 2011

Hallan un marsupial gigante


Hallan un marsupial gigante



Un grupo de científicos anunció el hallazgo en Australia de los huesos de un wombat gigante, una especie de marsupial que vivió hace dos millones de años.
Los vombátidos (Vombatidae) son una familia de marsupiales diprotodontos conocidos comúnmente como wombats o uómbats.
Se encuentran sólo en Australia, incluida Tasmania, y tienen la apariencia de un oso musculado, pequeño y de patas muy cortas. Los wombats se alimentan de hierbas, juncias y raíces y cavan extensas madrigueras con sus dientes delanteros (similares a los de un roedor) y sus poderosas garras.


Aunque es un animal principalmente crepuscular y nocturno, los wombats se aventuran también a buscar alimento en días fríos o nublados. No se dejan ver tan fácilmente como otros animales, pero sí suelen dejar rastro visible de su paso.
Los wombats poseen un metabolismo extraordinariamente lento: tardan alrededor de 14 días en completar la digestión, y no suelen moverse con rapidez. En caso necesario, sin embargo, pueden fácilmente sobrepasar a un ser humano en carrera e invocar inmensas reservas de fuerza. La principal defensa del wombat contra un depredador bajo tierra es aplastarlo contra el techo del túnel hasta que el invasor deja de respirar.

Los marsupiales representan hoy un pequeño grupo de mamíferos, difundidos en parte por el continente americano y en parte por Australia, donde constituyen los únicos mamíferos terrestres vivientes nativos y, sobre todo, la parte preponderante de la fauna de vertebrados terrestres.
Tras la desaparición de los dinosaurios, las aves y los monotremas se diversificaron ocupando las ratites y grupos afines el nicho ecológico de los herbívoros y el de los predadores. En la Sudamérica prehistórica, las aves del terror, aves de la familia Phorusrhacidae y en Europa y en Norteamérica durante el Eoceno aves como Gastornis.

Los marsupiales se desarrollaron durante el cretácico de los pantoterios, casi contemporaneamente a los placentarios, pero en una rama filética divergente. Sin embargo, antes de la expansión de los placentarios, los marsupiales ya se habían extendido por buena parte de la superficie continental.
Para comprender la distribución actual de los marsupiales, es necesario dar una ojeada a las vicisitudes que sufrieron las masas continentales en aquellos lejanos períodos geológicos. Es preciso recordar, de acuerdo con las numerosas muestras fósiles que poseemos, que a fines del período Cretáceo los marsupiales tenían una distribución general sobre las tierras emergidas, donde convivían, en relativa tranquilidad, con los placentarios primitivos. Se encontraban por ejemplo en África, Europa y Norteamérica de donde se extinguieron, aunque tras el Gran Intercambio Americano, algunos marsupiales han recolonizado Norteamérica. Los marsupiales más antiguos conocidos proceden de China, donde también se han hallado a los placentarios más antiguos.

En aquélla época, las masas continentales no habían iniciado aún el proceso de fragmentación y deriva revelado por la teoría de Wegener, proceso que solo comenzó al final de la era mesozoica. Con el principio de la era Terciaria acaeció el desarrollo explosivo de los placentarios, que sin especializar al principio, se diversificaron con rapidez ante la indefensión de los competidores en los nuevos nichos ecológicos que fueron ocupando.

El grupo placentario tuvo como competidores o predadores mamíferos, a los marsupiales y a los monotremas, estos últimos ya se habían especializado en varios nichos. Y fuera de los mamíferos, a las grandes aves terrestres. La independencia y el grado de desarrollo más completo con el que nacía la progenie de estos primeros euterios superó a los otros grupos de sangre caliente en la tasa de supervivencia de los neonatos, facilitando así su expansión demográfica.
A principios del Paleoceno, hace unos 65 millones de años, no había mamíferos carnívoros euterios, el nicho ecológico de los predadores ya se hallaba ocupado por grupos animales aparecidos antes: grandes aves predadoras no voladoras, los reptiles modernos y los marsupiales.
La desintegración de Pangea que comenzó al inicio del Cretáceo, hace 150-140 millones de años, da las claves de la ubicación y dispersion de los grupos animales, cuando el supercontinente Gondwana empezó a fragmentarse. En Pangea se creó una grieta que abarcaba desde el océano Tetis al este, hasta el Pacífico al oeste. La grieta separó Laurasia, y con ella a Norteamérica, de Gondwana y produjo el nacimiento de un futuro nuevo océano, el océano Atlántico. Este océano no se abrió uniformemente, sino que comenzó en el Atlántico Norte-Central; el Atlántico sur no se abriría hasta el Cretáceo.

Considerando que los Strigopidae o "loros de Nueva Zelanda" una familia endémica de Nueva Zelanda, y los dinornithidaes o moas evolucionaron aislados durante un periodo muy considerable de tiempo al separse Nueva Zelanda de la región del Gondwana, desde antes del Cenozoico hace 80 millones de años, antes incluso de la expansión de los mamíferos, que nunca alcanzaron Nueva Zelanda y que los mamíferos marsupiales alcanzaron Australia, a través de la Antártida cuando las tres estaban unidas y antes del enfriamiento de la Antártida, separandose Australia antes de la llegada de mamíferos placentarios. Estas aves pudieron evolucionar gracias a la relativa ineficiencia de los depredadores mamíferos, lo cual les permitió ocupar conjuntamente con ellos el nicho de máximos predadores.

Surámerica y África, junto con otros continentes formaban un supercontinente denominado Gondwana. Los mamíferos se originaron en este supercontinente austral. Los placentarios o euterios, con un mejor sistema reproductor que los marsupiales, les disputaron cada palmo de terreno, constriñendolos en áreas cada vez más pequeñas, pero empezaron a diferenciarse tras separarse África-Madagascar-Eurasia y Surámerica-Antártida-Australia. Los placentarios no llegaron a colonizar Surámerica-Antártida-Australia.

El origen de estos animales puede rastrearse hasta el momento mismo de la separación del continente del resto de Gondwana; momento en el que comenzó el desarrollo independiente de las comunidades animales de Sudamérica. Al parecer los metaterios surgidos en Sudamérica viajaron todavía unidas las masa continentales meridionales, desde su cuna hasta Australia a través del continente antártico y viceversa a finales del periodo Cretácico; esta teoría se refuerza debido a los estudios realizados a diferentes marsupiales americanos, entre los que destaca el denominado monito del monte, el cual está más emparentado con los marsupiales australianos que con otros marsupiales americanos.
Posteriormente se separó Australasia de Sudamérica-Antártida. Así los marsupiales hallaron modo de sobrevivir en Australia, porque ese continente se separó de los otros, en tal periodo, antes que tuviese lugar la explosión evolutiva de los placentarios, mientras tanto lo mismo ocurría en Suramérica, que en dicho período se separó del continente norteamericano, permitiendo con tal aislamiento la supervivencia de muchos organismos de este grupo.

 Al final del Terciario, sin embargo, contrariamente a cuanto ocurrió con Australia, que permanece aislada hasta nuestros días, Suramérica se unió nuevamente con Norteamérica por el istmo de Panamá. Esta reunión permitió en tiempos más recientes una migración, hacia el sur, de los placentarios, que, entre tanto, habían alcanzado un alto grado de evolución. A esa emigración siguió la destrucción de gran parte de la preexistente fauna de marsupiales.
Durante el Cretáceo y en los primeros tiempos de la era Terciaria, los marsupiales estuvieron bastante difundidos, incluso en las otras partes del mundo. Habitaron también en épocas pasadas en África, Asia y Europa. En estos tres continentes, los marsupiales se fueron extinguiendo a lo largo del Terciario, y el último registro en Europa data del Mioceno.

Se trata de animales en su mayoría menos evolucionados que los placentarios, de los cuales se diferencian en particular, por el nacimiento prematuro de la prole, cuyo desarrollo continúa en una bolsa situada en el vientre de la madre, el marsupio, donde desembocan las glándulas mamarias. Esa bolsa está sostenida por los huesos marsupiales, ausentes en los placentarios, que caracterizan así su esqueleto. Se cuenta que en una cueva abierta en los yesos eocénicos de Montmartre, en París, salió a la luz un esqueleto que presentaba esos huesos particulares, y que fue examinado por el científico francés Cuvier, el cual estableció que se trataba de un marsupial del género Didelphis, el actual opossum americano. Con respecto a los placentarios, los marsupiales tienen un cráneo bastante reducido por lo que atañe a la cavidad cefálica, mientras que las órbitas están abiertas posteriormente y presentan una fuerte cresta sagital para la inserción de los músculos temporales; finalmente, existe en la mandíbula un típico proceso angular vuelto hacia el interior. Por lo que respecta a la dentadura, en la que prevalecen los molares de forma triangular, varía notablemente, como en los placentarios, según el régimen herbívoro o carnívoro al que estos animales se han adaptado. Entre los marsupiales americanos, el ya citado opossum, Didelphis es el más conocido representante de un grupo bastante antiguo, los poliprotodontos, al cual pertenecen algunos marsupiales que vivieron en Suramérica durante el Mioceno Prothylacynus y el Plioceno

Thylacosmilus. Este último ofrece un interés muy particular por la presencia de dos largos caninos superiores, que dan al cráneo un aspecto bastante similar al del Smilodon, un agresivo placentario carnívoro, hoy extinguido. El mayor marsupial conocido es Diprotodon, que vivió en Australia durante el Cuaternario. Ese animal alcanzaba la talla de un rinoceronte, y se atribuye al grupo de los diprotodontos, que comprende formas exclusivamente australianas, entre las que figuran los actuales canguros.
La fauna sudamericana de este periodo tenía especies que normalmente se asociarían con Australia más que con Sudamérica. Algunos de estos ejemplos incluyen grandes marsupiales y monotremas endémicos del orden de los ornitorrincos. La diversidad de marsupiales sudamericanos abarcaba desde animales del orden de las zarigüeyas y otros grupos de tamaño reducido, hasta formas carnívoras de gran talla como los esparasodontes de los géneros Thylacosmilus y Borhyaena; aunque recientemente se ha puesto en duda la clasificación como marsupiales de los esparasodontos debido a recientes estudios de los fósiles de estos predadores.

El diprotodonte era un marsupial de la era del Pleistoceno que caminaba en cuatro patas y se parecía en apariencia al wombat, aunque tenía el tamaño de un rinoceronte.

Un equipo de paleontólogos descubrió en una remota zona del norte de Australia los restos de un diprotodonte, un marsupial gigante que pobló el planeta hace por los menos 50.000 años, informaron los medios locales.
"Lo que hemos visto son los restos del marsupial más grande que habitó el planeta, una bestia de tres toneladas de peso que se paseó por estas tierras hace 50.000 a dos millones de años", dijo Michael Archer, uno de sus descubridores, a la emisora local ABC.

El equipo del profesor Archer desenterró los restos del también llamado "wombat gigante" en la remota localidad de Bruketown, situado en el estado australiano de Queensland.
El diprotodonte era un marsupial de la era del Pleistoceno que caminaba en cuatro patas y se parecía en apariencia al wombat, aunque tenía tamaño de un rinoceronte o un hipopótamo.
Estos animales de unos tres metros de largo y unos dos metros de altura tenían un par de incisivos salidos pero eran herbívoros y habitaban en los bosques abiertos y llanos semiáridos de Australia.
Con el hallazgo, los paleontólogos confían en que podrán armar el esqueleto más completo de un diprotodonte.


"Los huesos no están necesariamente en la posición correcta pero probablemente todo el esqueleto está en este lugar donde probablemente cayó hace 50.000 años", manifestó el profesor Archer



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