lunes, 11 de julio de 2011

Hiram Bingham se convirtió en un héroe por su hallazgo de la ciudad sagrada de los incas


Hiram Bingham se convirtió en un héroe por su hallazgo de la ciudad sagrada de los incas



Hace cien años, el estadounidense Hiram Bingham se convirtió en un héroe por su hallazgo de la ciudad sagrada de los incas. Sin embargo, terminó sus días tildado de mitómano y saqueador de tesoros.

Cuando George Lucas y Steven Spielberg llevaron hace treinta años al cine la historia de Indiana Jones, un profesor de Arqueología que en sus ratos libres se dedicaba a viajar por el mundo en busca de reliquias y ciudades perdidas, a muchos les pareció familiar la figura de este hombre apuesto, de contextura alta y sombrero de explorador. Hiram Bingham, un profesor estadounidense de la Universidad de Yale que saltó a la fama por haberle mostrado al mundo Machu Picchu, tenía las mismas características y, aunque Lucas y Spielberg nunca afirmaron que les sirvió de inspiración para crear a uno de los personajes más grandes de Hollywood encarnado por Harrison Ford, cuesta trabajo pensar en otro más parecido.


Por estos días, el nombre de Bingham vuelve a cobrar protagonismo, pues el 24 de julio se conmemoran cien años de su llegada a Machu Picchu, la ciudadela inca declarada una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno. Este lugar es uno de los destinos turísticos más visitados de Latinoamérica y la principal muestra arqueológica de la grandeza del Imperio inca. Aunque cerca de un millón de personas celebrarán allí por todo lo alto el aniversario, muchos no recuerdan al explorador norteamericano como un héroe, sino como un mitómano y una figura mediática que quiso ganar fama con el hallazgo y saquear las reliquias que encontró en su camino. Esos críticos sostienen que se trataba de un personaje fatuo y presuntuoso, que buscaba más su figuración personal que el éxito científico.

Hijo de una familia protestante, Bingham no quiso seguir los pasos de su padre y su abuelo, misioneros religiosos en el antiguo Reino de Hawái durante el siglo XIX. Por el contrario, dedicó su vida a estudiar y obtuvo un PhD en la Universidad de Harvard, donde dictó clases de Historia y Ciencia Política. La Universidad de Yale lo nombró profesor de la cátedra de Historia de América del Sur, motivo por el cual empezó a viajar a ese subcontinente. 


Primero fue a Santiago de Chile, donde representó a su país en el Congreso Científico Panamericano de 1908. Un año después, decidió regresar para recorrer a caballo el antiguo camino real de Buenos Aires a Lima, pero su idea era partir desde Cuzco. Cuando llegó allí, contactó al prefecto de dicha localidad, quien lo invitó a unirse a una expedición hacia las ruinas de Choquequirao, una ciudadela construida aproximadamente en el siglo XV. La mayoría creía que esa era la mítica Ciudad Perdida de los Incas, donde el último emperador enfrentó a los conquistadores españoles en el siglo XVI y cuya localización se había olvidado con el paso de los años. Pero Bingham no se dejó impresionar, pues según sus investigaciones debía quedar en otra región.


El explorador entonces viajó a Estados Unidos en plan de conseguir recursos para organizar una nueva expedición que le permitiera confirmar su teoría. Se desplazó hacia Cuzco nuevamente a mediados de 1911, y luego de recorrer durante dos semanas el cañón del Urubamba, en la mañana del 24 de julio llegó al puente de Mandor. Allí, un niño nativo, hijo de un residente de la zona llamado Melquíades Richarte, lo condujo a través de la espesa vegetación y le mostró las ruinas de Machu Picchu, que significa 'montaña vieja' en lengua quechua. Deslumbrado, Bingham describió el lugar en su bitácora como "un laberinto de muros y edificaciones recubiertas por selva verde".


A pesar de que no quedaba donde el explorador creía, inmediatamente pensó que había encontrado lo que buscaba. Y fiel a su costumbre de inflar sus hazañas, fue mucho más allá. "Bingham no solo consideró que era la Ciudad Perdida, sino también la cuna de la civilización inca. Él era un romántico, y a pesar de que no había suficiente evidencia científica, lo consideró así porque hacía de su viaje una historia fantástica y digna de contar", le explicó a SEMANA Christopher Heaney, autor de una biografía sobre el explorador titulada Cradle of Gold: The Story of Hiram Bingham, a Real-Life Indiana Jones, and the Search for Machu Picchu. Bingham siempre estuvo convencido de que tenía la razón y dio testimonio de ello en La Ciudad Perdida de los Incas, un libro que se convirtió en best-seller en 1948 y que posteriormente fue rebatido por expertos.


Hoy los historiadores coinciden en que Machu Picchu no es la famosa Ciudad Perdida y que en realidad fue construida alrededor del año 1450, es decir, en el periodo tardío del Imperio inca, como un sitio exclusivo para las élites. Allí se reunían entre 500 y 800 personas, principalmente mujeres, a descansar y realizar ritos religiosos. Además de ser una obra maestra de la ingeniería civil, los especialistas afirman que fue construida en una zona geográfica sagrada. De hecho, en los días del equinoccio de invierno y verano, los rayos del sol entran por la ventana central del observatorio astronómico de la ciudadela, lo cual demuestra que esta civilización, al igual que muchas de la era precolombina, era muy avanzada en astronomía, geología e ingeniería.

Un año después, Bingham organizó una expedición más grande con el apoyo financiero de la Universidad de Yale, de la National Geographic Society de Washington y de su esposa, Alfreda Mitchell, dueña de la joyería Tiffany de Nueva York. En esa ocasión lo acompañó un equipo conformado por geólogos, arqueólogos, ingenieros y topógrafos, para terminar de quitar la maleza y así estudiar mejor las ruinas. Como dato curioso, la revista National Geographic, bajo la dirección del inventor del teléfono, Alexander Graham Bell, celebró su vigésimo quinto aniversario en 1913 con una edición especial dedicada al hallazgo, que incluía las primeras fotos de la ciudadela.


El interés que generó entre la comunidad científica le permitió a Bingham reunir recursos para realizar una tercera expedición, en 1915. Ya desde el viaje anterior había acordado con el presidente peruano Augusto B. Leguía llevarse algunas piezas del lugar para examinarlas en Estados Unidos y devolverlas 18 meses más tarde. 





Pero cuando se cumplió el plazo, no las retornó porque, según él, acababa de enlistarse en la Fuerza Aérea y no le había quedado tiempo de revisarlas. Al final, el trato se enredó y las cerca de 46.000 reliquias, entre vasijas, huesos y artículos de cerámica y metal, permanecieron durante casi un siglo en los estantes de Yale. 


Con el paso del tiempo, el gobierno peruano demandó a esa institución porque los objetos hacían parte de su patrimonio cultural, pero las directivas de Yale se negaron a devolverlos. Tras una larga batalla legal, la justicia les dio la razón a los peruanos y el año pasado llegaron las primeras piezas al país. Se espera que la colección esté completa a finales de 2012 y que sea exhibida en un museo de Cuzco de forma permanente. 


La polémica por el tesoro acabó con la reputación de Bingham en Perú, pero no es la única que afecta su imagen. Poco después de su hazaña, el misionero británico Thomas Payne afirmó que había estado en Macchu Picchu antes que el estadounidense y que había cometido la ingenuidad de darle pistas de su ubicación. Y recientemente se supo también que el ingeniero y comerciante alemán Augusto Berns arribó a ese lugar alrededor de 1860, es decir cuarenta años antes que Bingham. De hecho, hay registros históricos que prueban que vivió allí y además diseñó los primeros mapas de esas tierras y obtuvo un permiso para remover algunos de los tesoros que había en esa área. Hoy varios académicos coinciden en que el norteamericano estaba al tanto de las actividades de sus antecesores, y que era una exageración proclamarse su descubridor.


Si se trata de ahondar aún más en el debate sobre el verdadero descubridor, basta recordar las evidencias que existen de la época de la Conquista. "Este sitio arqueológico está mencionado en documentos del siglo XVI -dijo a SEMANA el reconocido antropólogo peruano Jorge Flores Ochoa-. Se sabe, por ejemplo, que Machu Picchu estaba entre los lugares que Francisco Pizarro recorrió, y que para finales del siglo XIX había gente que conocía y vivía cerca de las ruinas". Por eso, según él, es importante aclarar que el evento que se conmemora este mes es el hallazgo científico.

Para quitarse de encima la fama de ladrón de tesoros e ideas, Bingham trató de reinventarse en el mundo de la política. Luego de luchar como piloto en la Primera Guerra Mundial, fue elegido vicegobernador de Connecticut y más adelante, gobernador. En este último cargo solo duró un día, pues tras la sorpresiva muerte de un senador republicano, ganó una elección especial para ocupar esa vacante en el Congreso. Pero su carrera de legislador también terminó mal, al ser hallado culpable de corrupción en la década de los treinta. No pudo volver a aspirar a un cargo público y pasó los últimos años de su vida en puestos administrativos menores. Paradójicamente, el hombre que alguna vez afirmó que su descubrimiento era comparable con el de Cristóbal Colón murió en 1956, a los 80 años, completamente desprestigiado.


Independientemente de la controversia que rodeó a Bingham, la mayoría de los historiadores admiten que solo gracias a su trabajo el mundo se percató de la existencia de Machu Picchu. Desde que la noticia salió a la luz, se convirtió en un sitio de peregrinación obligado y hoy alrededor de 800.000 personas lo visitan cada año. "Más que un homenaje, el centenario debe ser una oportunidad para que los peruanos reafirmen su compromiso de preservar este lugar sagrado", explicó a esta revista David Ugarte, antropólogo y exdirector del Instituto Nacional de Cultura de Cuzco. Porque, aunque lo de Bingham fue más un show mediático muy al estilo de Indiana Jones, no hay que desconocer que Machu Picchu es ciertamente una maravilla que la humanidad tenía derecho a conocer.

Hiram Bingham (19 de noviembre de 1875 - 6 de junio de 1956) fue un explorador y político de los Estados Unidos. Se le conoce debido a que le hizo saber al mundo, mas no descubrió la existencia del asentamiento inca de Machu Picchu en el año de 1911. Más tarde, fue gobernador de Connecticut y miembro del Senado de su país

Bingham nació en Honolulu, Hawái y era hijo y nieto de los primeros misioneros protestantes del reino de Hawái. Cuando era adolescente se estableció en los Estados Unidos con el propósito de completar sus estudios. Entró en la Phillips Academy en Andover, en el estado de Massachusetts, de donde se graduó en 1894. Obtuvo la licenciatura en Adminisitracion de Empresas por la Universidad de Yale en 1898, un título de grado de la Universidad de California en Berkeley en 1900, y el de doctor en la Universidad de Harvard en 1905. Trabajó como profesor de historia en esta última universidad y luego en la de Universidad de Princeton.



Era profesor en Yale cuando encabezó una exploración por América del Sur en donde gracias a las indicaciones de un indígena, descubrió las ruinas incaicas de Machu Picchu desde donde sustrajo cincuenta mil piezas arqueológicas que hoy se encuentran en la Universidad de Yale siendo reclamadas desde hace décadas por el gobierno peruano, que hace poco logro repatriar tan sólo 300.
Su descubrimiento costó mucho tiempo y dinero. Tras dos expediciones, logró encontrar las ruinas. En 1908 se desempeñó como delegado del Primer Congreso Panamericano Científico en Santiago de Chile. Un artículo del semanario Los Angeles Times manifestó que la vida de Bingham como profesor y explorador fue usada como inspiración para los fundamentos del personaje de Indiana Jones. Aunque también, se pueda decir que esto se haya inspirado en la vida del malogrado explorador inglés Percy Fawcett.


El hacendado cusqueño Agustín Lizárraga descubrió la llamada "ciudad perdida de los Incas" en un viaje que realizó a la zona selvática del departamento sureño del Cusco el 14 de julio de 1902, nueve años antes que Bingham, reveló el diario limeño "La República". La historiadora peruana Mariana Mould de Pease mantuvo, por su parte, que el propio Bingham aceptó que el hacendado cusqueño fue el primero en visitar la ciudadela Inca.
Mould señaló que el testimonio se puede encontrar en la biografía del investigador que escribió su tercer hijo, Alfred M. Bingham, titulada "Retrato de un explorador: Hiram Bingham descubridor de Machu Picchu". Según esa versión, Alfred M. Bingham descubrió en la libreta de su padre una inscripción que decía "Agustín Lizárraga es el descubridor de Machu Picchu y vive en el pueblo de San Miguel". Además, señaló que en una de las paredes del templo de las Tres Ventanas de la ciudadela figuraba una inscripción hecha a carbón que decía "Lizárraga 14 de julio de 1902".
La historiadora añadió que años después de su primer viaje, Lizárraga intentó retornar a Machu Picchu por el mismo trayecto de la expedición de 1902. "Esta vez lo hizo durante la temporada de lluvias y cuando pretendió cruzar el río Urubamba para trepar hasta las alturas de Machu Picchu, las turbulentas aguas lo arrastraron y nunca se pudo encontrar su cuerpo", afirmó. El propio hijo de Bingham remarcó que su padre fue "modificando" su historia del descubrimiento hasta eliminar totalmente la mención a Lizárraga en su libro "La ciudad perdida de los Incas".


Augusto Bernardino Leguía y Salcedo (* Lambayeque, 19 de febrero de 1863 - † Lima, 6 de febrero de 1932), fue un político peruano que ocupó la Presidencia del Perú en dos ocasiones: de 1908 a 1912 y de 1919 a 1930. En total gobernó 15 años, siendo el mandatario peruano que más tiempo ha gobernado.
Hombre de negocios muy hábil, hizo fortuna con la industria azucarera y en el rubro de la venta de seguros.
Un misionero bautista Inglés, Thomas Payne, que vivió en el Perú desde 1903 hasta 1952, también afirmó que no sólo han encontrado Machu Picchu en primer lugar.










Augusto Berns, un buscador de oro y empresario maderero alemán, el primero que localizó las ruinas, en 1867, y quien las saqueó durante años, con la anuencia del Gobierno peruano, según concluye una investigación liderada por el cartógrafo estadounidense Paolo Greer.
Berns se habría adelantado a Bingham en casi 40 años, según la nueva investigación. El alemán se instaló en la región de Cuzco y creó una empresa maderera y de explotación minera en la segunda mitad del siglo XIX, desde donde comenzó a saquear las reliquias de Machu Picchu con el conocimiento del gobierno. "Hay documentos que señalan textualmente que Berns tenía que entregar el 10% de las alhajas y joyas de oro y plata que salen de las ruinas incaicas", afirmó Carcelén.


El historiador denuncia que existen importantes colecciones de piezas incaicas en Europa, sobre todo en Alemania, que empezaron fueron recibidas a finales del siglo XIX sin que nadie sepa su origen. Carcelén lamentó que estas reliquias saqueadas nunca se hayan reclamado, como sí sucede con las que Bingham se llevó en 1912 a EE UU. De hecho, Perú mantiene un contencioso con la Universidad de Yale por la devolución de más de 40.000 piezas procedentes de la ciudadela, conservadas en la universidad desde hace casi un siglo.


Lima solicita la devolución de todas las piezas, pero Yale pretende devolver a Perú tan sólo 384 piezas en un plazo de dos años. Eso sí, tendrán que ser exhibidas en un museo que se construirá en Cuzco bajo las condiciones dictadas por la institución estadounidense.


Todo este halo de misterio rodea a Machu Pichu , lo hace mas que interesante,



Fuentes:

1 comentario:

  1. Extraordinario hallazgo quien no desearía conocer tan importantes y veradas reliquias de nuestro pasado

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