jueves, 25 de agosto de 2011

La extraña maldición de la casa Borbón,


La extraña maldición de la casa Borbón,




La Casa de Borbón (en francés: Bourbon, en italiano Borbone) es una importante Casa Real de origen navarro-francés y la actual casa reinante en el Reino de España y en el Gran Ducado de Luxemburgo. Gobernaron primero en Navarra y Francia, pero para el siglo XVIII los miembros de la Casa de Borbón llegaron a los tronos de España y de gran parte de Italia, destacando el Reino de las Dos Sicilias, además de varios pequeños ducados y condados.

La Casa de Borbón es una rama de la Dinastía de los Capetos, la más antigua dinastía real de Europa, que incluye a todos los descendientes de Hugo Capeto. La rama de Borbón procede de un hijo de Luis IX de Francia, Roberto de Clermont. El primer duque de Borbón fue su hijo, Luis I de Borbón en 1317.
Esta Casa Real gobernó la Baja Navarra (desde 1555), y Francia (desde 1589) hasta 1792, cuando el rey fue derrocado por la Revolución francesa, aunque posteriormente hubo una restauración, tras la caída del Primer Imperio Francés en 1815; pero la Revolución de Julio les depuso otra vez y la rama Borbón-Orleans tomó el poder entre 1830 y 1848, cuando la monarquía fue abolida definitivamente.


El primer miembro de la Casa de Borbón en España fue Felipe d'Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, que reinó durante 45 años con el nombre de Felipe V, quien sucedió a los Austrias. Es en este periodo donde se reemplaza el original francés Bourbon por su castellanización usada en nuestro idioma, Borbón. En España, los gobiernos se sucedieron desde 1700 a 1808 (Guerra de la Independencia), 1813 a 1868 (Sexenio Democrático, incluyendo la Primera República), desde 1875 a 1931, incluyendo la Primo de Rivera), (Segunda República), (Dictadura de Francisco Franco) y desde 1975 hasta la actualidad.




Es de la línea española desde donde se desprende, por ejemplo, la línea de los gobernantes de las Dos Sicilias (Borbón-Dos Sicilias), de Parma y Luxemburgo. Los emperadores pretendientes del Brasil, al igual que los pretendientes orleanistas del reino de Francia, provienen de la Casa de Orleáns, que descienden de los Borbones franceses.
Junto a la línea francesa se encuentran otras extintas, como la de los Príncipes de Condé (Borbón-Condé) y la de los Príncipes de Conti (Borbón-Conti), y también líneas ilegítimas que viven hasta hoy como Bourbon-Busset.
Una extraña maldición parecería pesar desde antiguo sobre la dinastía franco-española de los Borbones.



En 1636, la maldición de los Borbones parecía haberse corporizado en la reina Ana de Francia, miembro de la rama hispánica de los Habsburgo, hermana de Felipe IV de España y emparentada por matrimonio con los Borbones en su condición de esposa del rey francés Luis XIII, con quien llevaba más de veinte años de vida conyugal sin poder engendrar un heredero para la corona francesa.

La maldición de los Borbones recién pareció liberar al matrimonio real francés en 1638 y 1640, al nacer los dos hijos de la augusta pareja, el primero de los cuales estaba destinado a convertirse en el rey Luis XIV, salvo que se lo impidiera una semiletal dolencia física, contraída en 1647, felizmente superada y motivo de discreto regocijo para la familia Orleans, uno de cuyos miembros, tío del primogénito de Luis XIII, podría haber aspirado al trono galo de haber fallecido el futuro Rey Sol.
Luis XIV tuvo un larguísimo reinado, pero, poco antes de encomendar su alma a Dios, en 1715, debió presenciar el fallecimiento de su hijo, uno de sus nietos y uno de sus biznietos, convirtiendo en heredero del trono francés al futuro Luis XV, quien apenas contaba cinco años de edad al fallecer su augusto bisabuelo. Luis XV debió presenciar la muerte de su hijo y aguantar pacientemente la indiferencia de su nieto, el futuro Luis XVI, ante la boda del Delfín con la princesa austríaca María Antonieta, celebrada como asunto de Estado. A Luis XVI y María Antonieta no les esperaba un futuro más halagüeño. Su aparente incapacidad de engendrar un heredero varón amenazaba con dejar el trono francés en manos de los descendientes del hermano del rey. Finalmente, engendraron dos varones. Uno de ellos murió a temprana edad, con la Revolución Francesa en marcha. 


Al Delfín supérstite, la Señora Guillotina y la Primera República Francesa lo dejaron sin padres y sin trono, aunque su círculo privado lo llamase Luis XVII. La restauración borbónica de 1815, fruto del desmoronamiento del Primer Imperio, convirtió al añoso hermano de Luis XVI en el rey Luis XVIII, quien sólo disfrutaría del trono francés durante nueve años. Su sucesor Carlos X sería destronado por la revolución de 1830, que dejaría la corona francesa en manos de los Orleans, en la persona del rey Luis Felipe, único monarca Orleans de Francia, cuya felicidad apenas duraría dieciocho años, pues sería destituido por la proclamación de la efímera Segunda República Francesa. Ningún Borbón ocuparía ya el trono francés.
A esta casa real esta signada por el infortunio,

A los Borbones españoles las cosas no les resultarían más sencillas. En 1700, la extinción de la rama hispánica de los Habsburgo pareció allanar la ascensión al trono español del duque Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV. La coronación de Felipe costaría una Guerra de Sucesión española de trece años de duración, rematada en 1713 por la Paz de Utrecht.
Casi un siglo después, la invasión napoleónica de España interrumpió por unos años la continuidad de los Borbones en el trono español. Carlos IV y Fernando VII, víctimas cabales de la maldición de los Borbones, fueron forzados a abdicar en favor de José Bonaparte, hermano de Napoleón I, que asumió la corona española bajo el nombre de José I. Recuperado su trono, 

 Fernando VII debió asumir su aparente incapacidad de engendrar un heredero varón para el trono español. En 1829 desposó a su sobrina y cuarta esposa, princesa italiana de la familia Farnesio, en un intento desesperado por engendrar un sucesor. Murió cuatro años después con dos hijas mujeres y ningún hijo varón, falencia inaceptable en una España que no consentía a sus reinas otro status que el de consorte del monarca. Fernando VII moría, por añadidura, despojado por añadidura de gran parte del imperio americano de sus predecesores, por obra del movimiento independentista hispanoamericano. Era menos afortunado que su sobrino y sobrino nieto de apellido Braganza, descendientes del rey portugués Juan VI y destinados a encabezar el vasto imperio brasileño durante gran parte del siglo XIX.
Al morir Fernando VII, España quedó sumida en el conflicto sucesorio conocido como las "guerras carlistas", libradas entre los partidarios de la primogénita de Fernando VII y los carlistas (seguidores del príncipe Carlos María Isidro, hermano del difunto rey). En 1844 logró hacerse una excepción a las prejuiciosas leyes sucesorias españolas y la jovencísima primogénita de Fernando VII asumió la corona española bajo el nombre de Isabel II. En las décadas de 1960 y 1970, los carlistas reaparecerían en escena al intentar infructuosamente que el Generalísimo Franco reviese su decisión de nombrar sucesor del Caudillo al actual rey de España, uno de cuyos primos carlistas desposaría a una nieta del dictador.

La súbita muerte de Erika Ortiz Rocalosano, hermana menor de la Princesa de Asturias, ha rememorado la ‘mala estrella’ que siempre ha perseguido a los Borbones, una suerte de maldición que se cebó de forma especialmente virulenta con los hijos de Alfonso XIII, tras el fallecimiento de Alfonso XII en el Pardo, víctima de la tuberculosis.
De todos sus vástagos, uno de los más desgraciados fue Don Jaime de Borbón, el hijo sordomudo del monarca, que falleció en Suiza en 1975 tras una pelea con su segunda esposa, Carlota Tiedmman. Una muerte sin autopsia que supuso el colofón a una vida silenciada.
Durante años, Don Jaime fue ninguneado por su padre por causa de su minusvalía, que el Rey Alfonso XIII trató de ocultar, al igual que Jaime escondió la hemofilia que afectaba a sus hijos Alfonso y Gonzalo.


Estos dos últimos también tuvieron un desenlace trágico. Mientras Don Gonzalo murió en Lausana debido a un cáncer, su hermano Don Alfonso de Borbón, duque de Cádiz, falleció degollado por un cable mientras esquiaba en Colorado. Poco antes había perecido su primogénito (el hijo que tuvo con la nieta mayor de Franco) en un accidente de automóvil cuando el propio Alfonso conducía el vehículo.
Sin embargo, el episodio más oscuro de esta dinastía en España fue la muerte en 1956 de Don Alfonso de Borbón, el príncipe Alfonsito, a manos de su hermano, el Rey Juan Carlos I, en un terrible accidente cuando ambos jugaban con un revolver que creían descargado.
La prensa difundió la versión de que Alfonso, de 14 años, se había disparado mientras limpiaba el arma. Aquella muerte provocó tal crisis en Juan Carlos que estuvo a punto de ingresar en el seminario. Una tragedia más en la larga lista de infortunios padecidos por la familia.


Don Enrique de Borbón y Borbón-Dos Sicilias (17 de abril de 1823 - 12 de marzo de 1870) fue un infante de España y Duque de Sevilla. Era el cuarto hijo y tercer varón del infante don Francisco de Paula de Borbón y su primera esposa, la princesa Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias, y fue conocido por sus ideas revolucionarias y progresistas durante el reinado de su prima y cuñada, la reina Isabel II
En 1869 y 1870 publicó varios panfletos y artículos de lo más virulentos contra su primo, el duque de Montepensier. Éste le retó a un duelo, que tuvo lugar en un paraje próximo al actual Barrio de La Fortuna, en Leganés, Madrid, el 12 de marzo de 1870. El duelo, en el que se utilizaron pistolas, acabó con la muerte por disparo de don Enrique, pero también con las posibilidades del duque de Montepensier de hacerse con el trono español, al que aspiraba tras el derrocamiento de su cuñada.
La trágica muerte del ex infante causó furor en las cortes de Europa. Su hijo primogénito, Enrique de Borbón y Castellví, se negó a aceptar las 30.000 pesetas que el duque de Montepensier se ofreció a pagarle por su acto. Don Enrique, que ya no era infante de España, no pudo ser enterrado en El Escorial, sino que fue enterrado en el cementerio de San Isidro, en Madrid.
Sus hijos fueron adoptados por su hermano don Francisco de Asís de Borbón.
Don Enrique fue en vida un conocido masón, y alcanzó el grado 33 del rito masónico de Escocia.


En 1886, la esposa del rey español Alfonso XII enviudaba con el futuro Alfonso XIII en sus entrañas. El augusto bebé ascendería al trono español en 1902 y la maldición de los Borbones no le perdería pisada. En 1931, la proclamación de la Segunda República Española obligaría a Alfonso XIII a abdicar y a la familia real española a exiliarse en la Italia fascista, donde nacería el actual rey de España

Isabel II también sería víctima de la maldición de los Borbones. En 1868, la invasión italiana de España situaría en el trono español al príncipe italiano Amadeo de Saboya, quien asumiría la corona española bajo el nombre de Amadeo I y sería desplazado de su cargo por la efímera Primera República Española de 1874-1875, cuya rápida disolución devolvería el trono español a los Borbones, en la figura del hijo de Isabel II, quien asumiría la corona española bajo el nombre de Alfonso XI.

Será un mito o realidad el infortunio que tiene esta casa real europea


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