lunes, 5 de septiembre de 2011


Un espia en Hollywood



fin de la 2 guerra mundial
Al final de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de espías de Gran Bretaña buscaba a un agente alemán carismático que sabía hablar varios idiomas y era amigo de las celebridades en Hollywood, además de que convenció a algunos detenidos británicos y estadounidenses para que transmitieran propaganda nazi.
Varios archivos secretos de la agencia de espionaje británica MI5 que fueron revelados el viernes refieren una historia bastante colorida sobre Werner Plack, un agente alemán que se mudó de los estudios de cine y los clubes nocturnos en Los Angeles de la preguerra a los hoteles de Berlín y París durante el conflicto.

Wodehouse
Un nazi interrogado por la MI5 describió a Plack como un "colaborador encargado de propaganda".
La MI5 dijo que estaba dispuesta a encontrarlo porque había "participado en el reclutamiento de renegados británicos" que ayudaron a los nazis durante la guerra.
Plack fue una de las personas que convencieron al escritor británico de cómics P.G. Wodehouse para que hiciera programas de radio desde Berlín para el público estadounidense en 1941, una serie de emisiones que escandalizaron a Gran Bretaña.

Las fuentes de la MI5 presentaron un retrato detallado de Plack quien, según reportaban, tenía una "apariencia elegante", era "fornido" y con "buenos dientes".
nazis
Las autoridades estadounidenses les dijeron a las británicas que Plack había vivido por años en Los Angeles, donde trabajó como extra en películas y para el cónsul alemán Georg Gyssling.
"Su deber es presentarle reportes a Gyssling sobre personas importantes en el cine", informaron.
También se dedicaba a "vender vinos alemanes a integrantes famosos de la colonia cinematográfica", señala el reporte que agrega que Plack "ha sido visto tomando alcohol en exceso y tiene malos antecedentes crediticios".

san francisco
En junio de 1940 estuvo involucrado en una pelea de cantina con un hombre que "expresó su desprecio por las declaraciones que hizo Plack sobre Hitler".
En agosto de 1940 Plack abordó un barco en San Francisco rumbo a Japón y llevaba con él, según sospechaban las autoridades estadounidenses, secretos sobre Estados Unidos, codificados y ocultos entre textos religiosos. Las autoridades inspeccionaron sus documentos cuando se detuvo en Honolulu, pero no encontraron mensajes sospechosos.

Wodehouse
Plack regresó a Alemania donde trabajó para el Ministerio del Exterior con la misión de buscar propagandistas que hablaran inglés para los nazis.
Algunos testigos reportaron que lo vieron en presencia de Wodehouse, el creador de la serie televisiva Jeeves y Wooster, cuyos programas controvertidos llevaron a algunos en Gran Bretaña a acusarlo de ser un colaboracionista de los nazis.
Cuando la MI5 lo interrogó cerca del final de la guerra Wodehouse calificó los programas como "un error terrible" y dijo: "Nunca tuve la intención de ayudar al enemigo".
Al parecer Plack estaba decepcionado con Wodehouse. Un detenido le dijo a la MI5: "Plack me dijo que la intención había sido usar a Wodehouse para fines propagandistas pero que se había negado, después de hablar varias veces, a transmitir cualquier otro programa en la radio alemana".
El archivo termina en diciembre de 1945, en un momento en el que se desconoce el paradero de Plack.

Goebbels
El padre de la propaganda nazi fue Joseph Goebbels, responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda, creado por Adolf Hitler a su llegada al poder en 1933. Goebbels había sido el director de la tarea comunicativa del Partido Nazi y el gran arquitecto del ascenso al poder. Una vez en el Gobierno y con las manos libres para monopolizar el aparato mediático estatal, Goebbels prohibió todas las publicaciones y medios de comunicación fuera de su control, y orquestó un sistema de consignas para ser transmitido mediante un poder centralizado del cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa. Era también el encargado de promocionar o hacer públicos los avisos del gobierno.


oratoria
Usó mucho lo que hoy en día se conoce como el marketing social, ensalzando muchos sentimientos de orgullo, promoviendo muchos odios y en muchas ocasiones mintiendo y convenciendo de cosas muy alejadas de la realidad. Ante la necesidad de un fuerte respaldo económico Goebbels inauguró la ayuda de invierno de 1941, en ella se promovía la colaboración del pueblo y el descuento obligatorio del 10% de los sueldos. La ayuda de invierno fue un éxito y recaudó mucho. En esa temporada los chicos de las Juventudes Hitlerianas salían con huchas en mano a recaudar donaciones. Otra de las singularidades de este evento se observaba en algunos voluntarios como dibujantes rápidos hacían retratos por 2 marcos o más. También tuvo otra técnicas y métodos como el de hacer esperar al público alemán por las noticias en tiempos de victoria para crear un fuerte suspenso y hacer que cuando recibieran las buenas nuevas la alegría sea más duradera.
A Goebbels se le atribuye mucho de propaganda moderna, entre ellos sus 11 principios:

propaganda
Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan».
Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.

Este mensaje propagandístico nazi se basaba en una lógica simple y directa asentada en tres pilares: anticomunismo, anticapitalismo y antisemitismo. El primer elemento de esta negación de valores consistió en rechazar la organización política de las democracias y de la Unión Soviética, como fórmulas infectadas de corrupción, argumentando que la democracia deriva en comunismo, desorden y pérdida de las tradiciones, frente a la forma propuesta por el fascismo-nazismo basada en priorizar el Estado por encima del individuo, el orden emanado de un líder y la defensa de las tradiciones nacionales. El segundo de los elementos, el anticapitalismo, acusaba al libre mercado de ser el desencadenante del paro y de la crisis económica que hundía a Alemania. Esta retórica se dirigía a la infraclase (el lumpeng), a las capas medias y al pequeño empresario, pese a que en la práctica su política económica consistió en una conjunción entre la nacionalización de empresas y la connivencia con los más grandes capitalistas del sector industrial.

El tercer postulado del aparato mediático nazi fue la afirmación de que la raza aria era superior, una defensa que buscaba en la comunidad judía el chivo expiatorio de la desgracia alemana. En concreto, atacaba a los banqueros judíos como los responsables de admnistrar las reparaciones de guerra impuestas a Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el objetivo real de este discurso era barrer las diferencias grupales entre alemanes y construir una identidad enfrentada al "otro" o "enemigo común" mediante el odio étnico.

Goebbels
Paul Joseph Goebbels (Rheydt, Renania del Norte-Westfalia, Alemania, 29 de octubre de 1897 – Berlín, Alemania, 1 de mayo de 1945), político alemán, fue el ministro de propaganda de la Alemania Nacional Socialista, figura clave en el régimen, amigo íntimo de Adolf Hitler, y Canciller de la Alemania Nazi en su sucesión.
Uno de los principales oradores del Tercer Reich, fue él quien pronunció el famoso discurso de la guerra total en el Palacio de los Deportes. Tuvo un gran talento para persuadir a las masas. Tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial se suicidó junto a su esposa, Magda Goebbels, después de que ésta hubiera matado a los seis hijos de ambos


Wodehouse
Sir Pelham Grenville Wodehouse, KBE (Guildford, 15 de octubre de 1881 - Southampton (Nueva York), 14 de febrero de 1975) fue un escritor humorístico británico que gozó de un extraordinario éxito en vida y continúa siendo leído 30 años después de su muerte.

Desde 1909 Wodehouse vivió entre París y Estados Unidos; su reputación como novelista de humor quedó asentada con su obra Psmith in the City (1910), primera de una serie de novelas con este personaje como protagonista. Mantuvo su enorme popularidad a través de unas 100 novelas protagonizadas por sus curiosos y muy británicos personajes (Psmith, lord Emsworth, Wooster, Jeeves, Mulliner, Ukridge, el socio decano...), casi siempre jovencitos ociosos desorientados por las absurdas y cómicas situaciones en que su maquiavélico autor les envuelve.

En 1919 empieza la que será su serie de novelas y relatos más famosa, con My Man Jeeves; este personaje, un ayuda de cámara listísimo que saca siempre de aprietos a su señor, había aparecido ya, al igual que su joven y atolondrado amo, Bertie Wooster, en un relato corto dentro de la recopilación titulada The Man with Two Left Feet ("El hombre con dos pies izquierdos") de 1917. De toda la serie, se puede destacar Muy bien, Jeeves de (1930).

libro
Wodehouse fue asimismo autor junto a Cole Porter, Irving Berlin y George Gershwin de numerosas comedias musicales, entre las que se pueden destacar O, Kay (1926) y Rosalie (1928), que se representaron fundamentalmente en los Estados Unidos, país en el que llevó a cabo gran parte de su producción. Durante la II Guerra Mundial estuvo prisionero en Alemania, desde donde emitió relatos en programas radiofónicos que le ganaron la acusación de colaboracionista con los nazis, aunque posteriormente fue nombrado sir por la reina. Tras la guerra marchó a Estados Unidos y continuó su prolífica carrera, llegando a trabajar incluso en Hollywood. Entre sus novelas más importantes destacan: Amor entre pollos (1906), El hombre con dos pies izquierdos (1917), El inimitable Jeeves (1923), ¡Adelante, Jeeves! (1925), Jim de Piccadilly (1928), Habla Mr. Mulliner (1929), Dinero a espuertas (1931) y la serie que se inicia con El castillo de Blandings (1935)




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