viernes, 25 de noviembre de 2011

Arboles que lloran, o Cephisus siccifolius


Arboles que lloran, o Cephisus siccifolius



Llueve, pero no desde el cielo. En Buenos Aires ocurre en estos días un raro fenómeno que sorprende a más de un transeúnte desprevenido: muchos de los árboles de la ciudad gotean agua, creando la sensación de que se largó un diluvio a pesar de que no hay tormenta.

Se lo conoce como “el llanto de la tipas”, tal el nombre de esta especie de árbol que abunda en la capital argentina.


Pero a pesar de que suena como algo romántico, las causas de este llanto no son nada poéticas, según informó la directora del Jardín Botánico de Buenos Aires, Graciela Barreiro.


 
“El fenómeno se da por el ataque de un insecto que se llama chicharrita de la espuma (cephisus siccifoluis)”, explicó.

C
hicharrita de la espuma o llanto de las Tipas (Cephisus siccifolius)
Este insecto se caracteriza porque durante el estado ninfal (estados jóvenes) vive agrupado alimentándose de los jugos que succiona de los brotes y segrega un líquido al efectuar un movimiento por su extremidad anal que forma burbujas de aire, produciéndose una especie de espuma, que lo envuelve y proteje.
Este fenómeno es el que ha dado origen al nombre de "árboles de la lluvia" o "árboles llorones", que no son otra cosa que árboles que tienen gran cantidad de ninfas cuyas secreciones caen en parte al suelo provocando la "lluvia" la cual ha llevado a pensar en forma errónea que pertenece a la fisiología natural de la planta.
Se identifica esta plaga cuando se observa en las puntas de las ramas la presencia de espuma. Cuando esta espuma es bastante densa vence la gravedad y cae en forma de gota.
Esta plaga hace una succión permanente de savia y esto produce un gran debilitamiento en la planta por los grandes volúmenes extraídos.


 
El fenómeno comienza a fines de octubre (en la primavera austral) y dura hasta los primeros días de diciembre.

Según la experta, el constante goteo de las tipas es “incómodo” pero no tóxico.

Tampoco mancha la ropa, aunque sí ensucia un poco los autos que quedan estacionados por mucho tiempo debajo de la copa de los árboles.

La tipa (cuyo nombre científico es tipuana tipu) es autóctona del norte de la Argentina, más precisamente de una zona selvática que se extiende desde Bolivia hasta la provincia de Tucumán.

Llegó a Buenos Aires a finales del siglo XIX de la mano de Charles Thays, un arquitecto y urbanista francés (nacionalizado argentino) a quien se encomendó el paisaje de la ciudad.

“Thays probaba las especies del resto de Argentina en Buenos Aires y si veía que funcionaban bien las usaba en sus diseños de plazas y en el arbolado de alineación”, señaló la directora del Jardín Botánico, espacio que también fue creado por el francés y lleva su nombre.

Fue así como las tipas terminaron adornado algunas de las principales avenidas porteñas (buenos aires)
 
El hecho de “llorar” en la primavera no es la única característica inusual de la tipa.

Esta especie también tiene la particularidad de que pierde sus hojas en primavera, en vez de en otoño, como la mayoría de los árboles.

Según Barreiro eso tiene una desventaja: en verano las tipas ofrecen poca protección del sol ya que sus ramas sin follaje crean sombra insuficiente para hacer frente a las altas temperaturas de la capital argentina.

En invierno ocurre lo contrario: las filas de tipas que adornan muchas veredas sombrean las avenidas, haciéndolas más frías.

Otro inconveniente de las tipas, según la ingeniera agrónoma, es su gran tamaño.

“Cuando Thays decidió usarlas para decorar la ciudad no previó que habría tanto crecimiento en altura. Ahora que están rodeadas por edificios las tipas tienden a crecer hacia el medio de la calle, lo que genera problemas”, afirmó.

“El reemplazo de los adoquines de las calles por cemento empeoró la situación”, agregó.

Pero no todas son molestias e inconvenientes. Dentro de poco las tipas tendrán su gran momento ya que en diciembre florecerán.

Entonces, se llenarán de pequeñas flores amarillas, que iluminarán el paisaje de Buenos Aires.

Seguramente sea en ese momento cuando más de uno entenderá, al admirarlas, por qué son uno de los árboles favoritos de la ciudad.


Tipuana tipu, Tipuana o palo rosa, es una especie de árbol de la familia de las Fabaceae. Son sinónimos botánicos Machaerium tipu Benth. 1853, Tipuana speciosa Benth. 1860.
Nombre común: Tipuana, palo rosa, tipa blanca, tipa. (Debe tenerse en cuenta que existen otras especies de árboles también llamados palo rosa, por ejemplo es común en la selva misionera llamar "palo rosa" a un gran árbol -- que alcanza los 40 metros de altura -- también conocido como perobá.)
El palo rosa (tipa o tipuana) es originario de Argentina, Bolivia y Brasil.
Es un árbol de rápido crecimiento, corpulento. De porte de altura media llegando a alcanzar fácilmente los 18 metros, con el tronco cilíndrico con la corteza agrietada de color gris oscuro, con la copa muy aparasolada y muy ramificada con ramas que se extienden en quebrados segmentos rectilíneos. Hojas compuestas, de 4 dm de largo, imparipinnadas, de color verde claro con 11 a 29 foliolos oblongos. Las flores son amarillentas, agrupadas en inflorescencia. Fruto legumbre alada (tipo samara), de 4-7 cm de longitud, indehiscente, con 1-3 semilla en su interior.

En las zonas urbanas es frecuente su alineación en calles (no apto para anchos comunes, por su gran copa y raíces agresivas), avenidas, y paseos, también en jardines por su magnífica floración amarilla. Muy buena sombra. Se puede asociar con jacarandáes, creando un contraste con flores amarillas y azules muy bonito el cual se potencia si se combina con el lapacho o el ceibo de flores rojas. Sus raíces son robustas y extensas, por lo que no se aconseja su plantación cerca de edificaciones. Resiste la sequía sin perder hojas
En Argentina a fines del siglo XIX e inicios de siglo XX, Carlos Thays difundió el uso de este y los otros árboles autóctonos mencionados en el presente artículo para el adorno de los parques, paseos, avenidas y bulevares de las principales ciudades.

Carlos Thays (París, 20 de agosto de 1849 – Buenos Aires, 31 de enero de 1934), fue un arquitecto, naturalista, paisajista y urbanista francés nacionalizado argentino, que realizó la mayor parte de su obra en Argentina.
Nacido en Francia el 20 de agosto de con el nombre de Jules Charles Thays, fue discípulo del renombrado arquitecto Édouard-François André
Llegó a Argentina en 1889, recomendado por Jean Alphand ante el empresario inmobiliario Miguel Crisol, quien lo contrató por un año, para el diseño y ejecución de la que sería su primera obra en este país, el magnífico Parque Sarmiento de la ciudad de Córdoba.
Desde entonces participó en la creación, ampliación y remodelación de gran parte de los parques y plazas públicas de todo el país. Solía decir que la felicidad anida más en la nobleza de un bosque que en el lujo sin verde.

No obstante sus trabajos en diferentes provincias del interior argentino, sus principales contribuciones se pueden apreciar en la ciudad de Buenos Aires, donde se radicó a partir de su designación como Director de Parques y Paseos a partir de 1891. Esta posición le permitió influir en forma importante en el diseño de los espacios verdes de la ciudad, legado que al día de hoy aún se puede apreciar.
Creó el Jardín Botánico el 7 de septiembre de 1898 en Buenos Aires, que fue una de sus principales obras en el país, en el centro de dicho jardín está la casa donde habitó con su familia y como reconocimiento a su obra está su monumento con su cara. En el parque se puede apreciar la flora de las provincias argentinas y de varios países del mundo, y donde Thays plasmó los tres tipos de diseño paisajístico: Simétrico, Mixto y Pintoresco y con un típico "espíritu" de la Belle Époque.

El trabajo de Carlos Thays puede apreciarse también en los numerosos árboles plantados a lo largo de las avenidas, así como también en las plazas públicas y paseos que fueron rediseñados por este arquitecto. Entre los principales parques y plazas que Thays creó o remodeló, deben citarse los parques Centenario, Rivadavia, Lezama, Patricios, Los Andes, Ameghino, Colón, Chacabuco, Pereyra, Avellaneda e Intendente Alvear, Barrancas de Belgrano y las plazas Constitución, Congreso y de Mayo. El estilo francés que el paisajista imprimía a sus obras puede apreciarse en muchos de estos casos (aunque en el diseño de sus jardines predominaba el estilo inglés con algún detalle de jardín romano), y es una de las razones por las cuales se dice que Buenos Aires recuerda a París en muchos sentidos. Sin embargo supo aprovechar la hermosa floresta autóctona de modo que a él se debe que muchas plazas, parques y calles de Buenos Aires estén arboladas con jacarandás, tipas y yuchanes, entre otros.

Por todo esto este arbol tiene este gran atractivo. Que es para admirar,


Fuentes:

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