jueves, 8 de diciembre de 2011

Baalbek, ciudad de los gigantes y sus misterios,


Baalbek, ciudad de los gigantes y sus misterios,



A pesar de estar ubicado en una zona de conflicto, Líbano, el pequeño país de la miel y la leche, de los antiquísimos cedros, heredero de los fenicios creadores del primer alfabeto, es poseedor de ciudades antiguas, vestigios del Imperio Romano, magníficos parajes y muestras de arquitectura islámica.
“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”, escribió el gran poeta libanés Jalil Gibran, algo que parece admonitorio para el Líbano del siglo XXI. Pese a haber sufrido diversos conflictos, invasiones y guerras a lo largo de su historia –la última finalizó en 2006, luego de treinta y tres días de intenso ataque del vecino Israel, que causó cientos de muertos, desplazados y destrucción, el país parece ir recuperándose paulatinamente y Beirut, su capital, estaría en vías de recobrar el viejo esplendor que le valió ser considerada como el París de Medio Oriente.

En el noreste libanés y a 86 kilómetros de Beirut se encuentra Baalbek, en el valle de Bekaa, sede del culto a una tríada divina en tiempos de los fenicios. Posee uno de los complejos de templos más grandes del mundo. Mide unos 300 metros de largo y es sede de dos templos con pórticos, dos patios y un recinto construido durante el período árabe. El templo de Júpiter, terminado hacia el año 60 d.c., culmina una elevada plataforma que se yergue sobre una impresionante escalinata; únicamente seis de sus cincuenta y cuatro enormes columnas (22 metros) se mantienen en pie, lo que basta para hacerse una idea de la escala del edificio original. En los alrededores, el templo de Baco, construido hacia el año 150 d.c., se encuentra en buen estado de conservación. Alejado del área principal se halla el pequeño templo de Venus, una hermosísima edificación circular con columnas estriadas. 

Recibió su nombre en honor del dios fenicio Baal. Los griegos lo rebautizaron Heliopolis (Ciudad del Sol) y más adelante, los romanos lo utilizaron como centro de adoración a Júpiter. Baalbek aparecía entonces como la urbe más importante de la Siria romana. Actualmente sirve de escenario al Festival de Arte al que anualmente acuden artistas de todas partes del mundo y que se realiza en julio.
Son las mayores ruinas  conocidas de templos del mundo: Baalbek o Heliópolis de Siria.
Los orígenes de Baalbek son un misterio.  Se ha supuesto que inicialmente fue una ciudad fenicia, centro del culto al dios babilónico Baal-Hadad, y su nombre significaría “Ciudad de Baal”; posteriormente, los griegos asimilarían esta deidad a Helios, de ahí que pasara a llamarse Heliópolis. 

Sin embargo, no existe ninguna evidencia arqueológica de ese supuesto asentamiento fenicio inicial, y dada la ausencia de referencias en las fuentes históricas de un asentamiento semejante, lo más probable es que éste haya sido o de muy escasa importancia o, mucho más probablemente, inexistente. El nombre “Baalbek” no denota una inconmensurable antigüedad. Ni se usó durante la época romana, ni existe evidencia de que se haya utilizado alguna vez con anterioridad a ésta. No parece muy probable que el sitio comenzara a llamarse “Baalbek” en honor a un Baal cualquiera en tiempos posteriores, pues para entonces la región ya se había cristianizado, para ser más tarde sometida por el Islam.

Baalbek, en árabe Ba'lbakk (بعلبك), es actualmente una localidad de Líbano de 25.000 habitantes a unos 200 km al este de Beirut. La economía se basa en el cultivo de viñas y árboles frutales. En la antigüedad fue un santuario fenicio dedicado al dios Baal; fue ciudad griega, y a partir de la época de los seléucidas se le llamó Heliópolis, siendo colonia romana desde Augusto. Según algunas versiones cristianas Santa Bárbara (mártir) vivió en esta ciudad.
Es uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del cercano oriente, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984. Es notable una zona de templos de entre los siglos I-III d.C. en honor de la Tríada heliopolitana: Júpiter, Mercurio y Venus. Las primeras excavaciones se iniciaron hacia 1900

Los orígenes de Baalbek se remontan a dos asentamientos cananítas que las excavaciones arqueológicas bajo el templo de Júpiter han permitido datar su antigüedad, siendo de la edad del bronce antigua (2900-2300 a. C.) y media (1900-1600 a. C.).
La etimología del topónimo está relacionada al sustantivo bá'al o bēl que en varias lenguas del área semítida noroccidental (como el hebreo o el acadio) significa "señor". El término Baalbek significaría entonces "señor de la Bekaa" y estaría, probablemente, relacionado con el oráculo y el santuario dedicado al dios Baal o Bēl (a menudo identificado como Hadad, dios del sol, de la tempestad y de la fertilidad de la tierra) y a Anat, diosa de la violencia y de la guerra, hermana y consorte de Baal (más tarde se identificaría con Astarté), quizá asociada a Tammuz (más adelante identificado con Adonis), dios de la regeneración primaveral. Las prácticas religiosas de estos templos contemplaban seguramente, como en otras culturas vecinas, la prostitución sacra, los sacrificios animales (y quizá también humanos) y las ofrendas rituales a las divinidades.

La ciudad, situada en una posición favorable desde el punto de vista estratégico, cerca de las fuentes de los ríos Orontes y Litani, no tendría de todas maneras, al menos inicialmente, un importante valor comercial y estratégico, no siendo mencionada en las fuentes egipcias y asirias.
La identificación con la bíblica Baal-Gad (Libro de Josué 11,17; 12,7), recogida como el límite septentrional de la conquista de Josué, es hoy contestada, sosteniendo más bien que la localidad bíblica se debe identificar con la ciudad de Ḥāṣbayyā, en el sureste de Líbano, o tal vez con Bāniyās (la antigua Cesarea de Filipo), sobre los Altos del Golán.

Un poco de historia,
El historiador hebreo Flavio Josefo (siglo I) recoge el paso de Alejandro Magno por Baalbek en su marcha hacia Damasco. En helenística, bajo el dominio de la Dinastía Ptolemaica, y a partir de 198 a. C. por el Imperio Seléucida, la ciudad fue rebautizada con el nombre de Heliópolis ("ciudad del sol"). Los soberanos ptolemaicos favorecieron probablemente la identificación del dios Baal con el dios del sol egipcio, Ra, y el dios griego Helios, con el fin de cementar una mayor fusión cultural en el interior de sus propios territorios.



El patio del templo fue modificado en su extremidad occidental, iniciándose la construcción de un templo de formas griegas por el cual se construye una gigantesca plataforma (88 por 48 metros). Para esta construcción son empleados bloques colosales: los tres que constituyen el llamado τρίλιθον (trilithon) pesan cerca de 750 toneladas cada uno, mientras un cuarto bloque, de dimensiones incluso mayores (21,5 metros de longitud, con una sección cuadrada de 4,3 metros de lado), hoy conocido con el nombre de ﺣﺠﺮ ﺍﻠﺤﺒﻠﻰ (ḥaǧar al-ḥublā o "piedra de la gestante"), fue abandonado en la cantera.

Tras la conquista romana de la ciudad en el 64 a. C., la divinidad del santuario fue identificada con Júpiter, conservando todavía alguno de las características de la antigua divinidad indígena y asumiendo la forma y el nombre de Júpiter Heliopolitano. El dios estaba representado con rayos en las manos y encuadrado entre dos toros, el animal que acompañaba al dios Baal. Los otros dioses asociados fueron identificados con Venus y Baco. El culto asume un carácter mítico y misterioso, lo que favoreció probablemente su difusión.

En el 15 a. C. el santuario entró a formar parte del territorio de la Colonia Iulia Augusta Felix Beritus, actual Beirut. La edificación del templo fue nuevamente emprendida sobre la plataforma helenística y concluye en diversas etapas: el templo propio y verdadero (templo de Júpiter), fue terminado en el 60, bajo Nerón. 

A la vez es edificado el altar a torre que precede al templo. Bajo Trajano (98-117) se inició la construcción del gran patio. Bajo Antonino Pío (138-161) es erigido el templo de Baco. Los trabajos, incluso aquellos referidos al templo de Venus, fueron completados durante la dinastía de los Severos, particularmente durante el gobierno de Caracalla (211-217). Bajo Filipo el Árabe (244-249), emperador romano de la vecina Damasco, fue construido el patio hexagonal del santuario.
En esta época Heliópolis, elevada por Septimio Severo (193-211) al rango de colonia de derecho itálico con el nombre de Colonia Iulia Augusta Felix Heliopolis”, se convierte en el centro principal de la provincia de Siria-Fenicia, instituida en el 194 con capital en Tiro

Con la llegada del cristianismo y la promulgación del Edicto de Milán, el santuario inició una lenta decadencia, acelerada seguramente por los desplomes acaecidos por los terremotos. Las primeras transformaciones se dieron bajo Constantino I (306-337). Según Eusebio de Cesarea se instituye un obispado y se decide construir una iglesia. El emperador Teodosio I (379-395) destruye las estatuas paganas, hace arrasar el suelo del altar-torre para erigir en el gran patio una basílica cristiana y transformó en iglesia el templo de Venus. Algunos estudiosos afirman que aún Baalbek continúa siendo un centro de culto pagano.
El emperador bizantino Justiniano (527-561) ordenó exportar ocho de las columnas del templo de Júpiter a fin de reutilizarlas en la basílica de Santa Sofía en Constantinopla

Tras la conquista árabe del 637, por parte de Abū Ubayda ibn al-Ğarrāḥ , el santuario se transforma en una ciudadela fortificada (ﻗﻠﻌﺔ,) y es construida la gran mezquita en estilo omeya, hoy en ruinas. La ciudad pasó, después de la etapa Omeya y Abbasí, bajo la administración Fatimí, que la elige como capital de la provincia (vilayato) en el 972, en la época del Imán al-Mu izz.
Ocupada por breve tiempo por los bizantinos de Juan I Tzimisces en el 974, Baalbek se convierte en el 1025 en dominio de los Mirdasidos, guiados por el emir de Alepo Ṣāliḥ ibn Mirdās, y finalmente por los selyúcidas de Tutuš en el 1075. Saladino la conquista en el 1175 y permanece en dominio ayubí hasta el 1282, cuando es conquistada por el sultán mameluco Sayf al-Dīn Qalāwūn al-Alfī, conocido como al-Malik al-Manṣūr.

La ciudad fue saqueada por las tropas mongoles comandadas por Hulagu Khan en el 1260 y de nuevo por el ejército de Tamerlán en el 1401.
Después del 1516, Baalbek entró a formar parte del imperio otomano, en el interior del eyalet (provincia) de Damasco. En los siglos sucesivos, como en otras áreas del valle de la Beqaa, la población, prevalentemente musulmanes chiitas se divide es clanes llamados ʿašā'īr, sujetos a la autoridad de facto de dos familias de terratenientes, los Ḥamādah y los Harfūš, cuyos privilegios feudales fueron decayendo, a partir del fin del siglo XVIII, por las tentativas de modernización administrativa experimentadas por la autoridad otoman

En el siglo XVIII los exploradores europeos descubrieron las ruinas del santuario y reportaron detalladas descripciones y planos del lugar. En el 1751 Robert Wood describe las ruinas como entre las obras más audaces de la arquitectura de la antigüedad. Quedaban en pie nueve columnas del templo de Júpiter, pero tres se derrumbaron, posiblemente como consecuencia del terremoto del 1759. Otros viajeros fueron Volney (1871), Cassas (1875), Laborde (1837) y David Roberts (1839).
Una primera expedición científica fue realizada en el 1873 por el Fondo de Exploraciones de Palestina, y siguió de una visita del emperador Guillermo II de Alemania que llevó al establecimiento de una misión arqueológica alemana (1898-1905), dirigida por Otto Puchstein, durante la cual fueron efectuadas las primeras restauraciones. Después de la Primera Guerra Mundial, se establecieron otras misiones durante el Mandato francés, obra de C. Virolleaud, R. Dassaud, S. Ronzevalle, H. Seyrig, D. Schlumberger, F. Anus, P. Coupel y P. Collard. Luego de la independencia de Líbano, en el 1943, las operaciones de restauración y conservación pasaron a ser jurisdicción de Servicio de la Antigüedad del Líbano. En 1984 el yacimiento de Baalbek es inscrito en las listas de los Patrimonio de la Humanidad de la Unesco

En estas ruinas, hay un gran misterio, el  trilithon o la famosa piedra de la mujer embarazada,
Hajar el Gouble (Piedra del sur)  o Hajar el Hibla (Piedra de la mujer embarazada).

No llegó a  ser transportada hasta la terraza del templo de Júpiter y lleva el nombre de Hajar el Gouble (Piedra del sur)  o Hajar el Hibla (Piedra de la mujer embarazada). Se encuentra delante en la cantera



Bajo el mandato de grandes emperadores romanos como Nerón, Trajano, Antonino Pío o Caracalla se construyó la mayor parte del Baalbek que nos ha llegado tan mermado por el tiempo, que incluye terremotos, reutilizaciones de materiales y expolios. ¿Por qué Roma decidió hacer ese esfuerzo en un lugar relativamente lejano y casi fronterizo con los límites del imperio? Tenía que ser un lugar muy sagrado para que se edificara en él un templo al rey de los dioses que es el más grande que hicieron en todos sus siglos de dominio; ni siquiera en la misma Roma hicieron algo así. Ya antes, en época helenística, Baalbek fue un lugar muy considerado y se construyeron importantes templos tras la muerte de Alejandro Magno, los cuales fueron sustituidos por los romanos.

Los griegos lo consagraron a Helios, dios del Sol que sincretizaron con el Ra egipcio, por eso lo bautizaron como Heliópolis, lo que recuerda y lo relaciona con la ciudad sagrada homónima de Egipto. Antes había estado dedicado el lugar al dios Baal, la divinidad principal de los fenicios, una deidad cananita que entre otras cosas se relaciona al Sol y el cielo, y cuyo símbolo principal es el toro, cuestión que se respetó en época romana con su Júpiter heliopolitano. Además el templo de Baco fue para los griegos el de Adonis - Dioniso, el Tammuz - Utu - Shamash de los asiáticos; y el culto a la Venus romana sería la Astarté fenicia, es decir, perfectas correlaciones y mantenimiento en esencia de las divinidades a lo largo del tiempo y las culturas.
Se consideran helenísticos los grandes bloques de piedra que forman una gran plataforma sobre la que se construyó el templo de Helios y luego los romanos el de Júpiter.

Esos bloques de piedra son de un tamaño desconcertante.
Entre ellos destacan tres enormes bloques conocidos como el trilithon. Cada uno de ellos tiene un peso estimado de 800 toneladas, lo que los convierten en los megalitos más grandes en una construcción humana superando con mucho a los de Egipto o Perú. En la fotografía de arriba se pude observar la plataforma en su parte oeste, en donde está el trilithon.
Y estos megalitos no son los más grandes del lugar, pues en una cantera cercana se encuentra el bloque más grande del mundo, conocido como "la piedra del sur" o "piedra de la gestante", que tiene más de 21 metros de longitud y un peso de unas 1.200 toneladas. Increíble si no fuera porque allí está, bien a la vista, desafiando nuestra razón.

Uno de los recursos más efectivos e impresionantes de los que se sirvieron los ingenieros y arquitectos romanos fue la creación de masivas plataformas en terrazas para soportar grandes edificios o grupos de ellos. Esta idea venía de Grecia, pero fueron los romanos quienes lograron desarrollar todas las ventajas estructurales de construir masivas subestructuras para explotar el potencial funcional de lugares geográficamente accidentados. Ejemplos de estas terrazas se han encontrado en Tiddis (África del Norte), Terracina (Italia), Praeneste (Palestina), y muchos otros sitios.

La conclusión, por extraño que parezca, es que, de acuerdo a los datos disponibles, el emplazamiento es de origen romano. Ni fenicio, ni extraterrestre. Y en cualquier caso, como pista de aterrizaje hubiera resultado francamente deficiente, pues cualquier nave espacial de regular peso hubiera hundido el pavimento.


 
¿Y los bloques del famoso Trilithon? ¿Cómo es posible que hayan sido desplazados desde la cantera hasta su posición final en la plataforma, por los romanos o por quien fuera?

Aquí son necesarias algunas precisiones. La primera: los bloques no son tan pesados como suelen afirmar los divulgadores de la hipótesis de los “antiguos astronautas”. Ya vimos que von Daeniken les atribuye “casi 2.000 toneladas” y “20 metros de lado”; esto último hace pensar de inmediato en un monstruoso cubo, pero en realidad se trata de “aproximadamente 20 metros de largo”, ya que cada megalito tiene forma de paralelogramo. Berlitz sigue a von Daeniken en el dislate, y habla también de “2.000 toneladas”. Puestos a fantasear, no falta quien les atribuya “millones de toneladas”. Todo esto hace sospechar que existe mucha gente que habla del tema sin molestarse en hacer algunas comprobaciones elementales, para las cuales no es necesario viajar a Baalbek ni excavar en la plataforma. Todo lo que se requiere es conocer la densidad del granito, las dimensiones de los bloques y una modesta calculadora de mano.


 
La densidad del granito, dependiendo de su tipo, varía entre 2,63 y 2,75 g/cm3. Respecto a las dimensiones de los bloques, no hay dos fuentes que den las mismas medidas; sin embargo, todas coinciden en que ninguno llega a los 20 metros de largo. Según parece, el mayor de los megalitos del Trilithon mide 19,80 por 4 por 3,6 metros. Esto daría un volumen de 285,12 m3. Asumiendo que la densidad de la piedra es de 2,75 g/cm3, el peso del bloque sería de 784,08 toneladas. Por debajo de las 800 toneladas y muy lejos de las 2.000 que Daeniken y Berlitz citan tan alegremente. Por supuesto, en este cálculo casero pueden haberse filtrado varios errores: las piedras pueden tener unas dimensiones reales un poco mayores (¡o menores!) que las mencionadas; la densidad del granito puede ser menor que 2,75 g/cm3 (intencionalmente he usado el valor mayor que he encontrado y no el menor); en la conversión de pies a metros siempre se pierden algunos decimales. De hecho, existen estimaciones aún más moderadas y probablemente más precisas, en torno a las 600 toneladas, y en todo caso, siempre por debajo de las 800.

 
En cuanto a la piedra más pesada, la llamada “Piedra del Sur” (otras fuentes le dan el nombre de “Piedra de la Mujer Preñada”), esta sí pesa más de 1.000 toneladas. Mide nada menos que 21,31 metros de largo, por 4,08 por 4,72, para un volumen de algo más de 410 m3. Diversas estimaciones le atribuyen un peso entre 1.050 y 1.200 toneladas (mi cálculo casero da aproximadamente 1.127 toneladas). Aunque estamos aún muy lejos de las “2.000 toneladas”, de todas formas resulta impresionante. Salvo por un detalle, que siempre se menciona de pasada y sin darle mayor importancia: este fenomenal pedrusco no llegó a salir de la cantera, por lo que de ningún modo se puede hacer un misterio de su transporte, ya que simplemente no fue transportado a ninguna parte. ¿Por qué dejaron los ingenieros romanos este monstruo en la cantera? A este respecto, y a falta de documentos, sólo se pueden aventurar hipótesis: quizás cometieron un error de cálculo y se encontraron con que habían tallado un bloque demasiado grande y que luego les fue imposible mover, o quizás modificaron el proyecto de la obra, o… En cualquier caso, la misma pregunta habría que hacérsela a los que le atribuyen el bloque a la tecnología alienígena.

 
Sigamos con las precisiones. La cantera de donde se extrajeron los famosos bloques no se encuentra “valle abajo” respecto a la construcción; se encuentra entre 10 y 15 metros por encima de ella. La cantera está a 1.160 metros de altura y el templo a unos 1.145. Indudablemente siempre resultará más fácil transportar una gran masa cuesta abajo que cuesta arriba. Por otra parte, la cantera se encuentra a sólo 600 metros de la plataforma, aunque al tener que sortear una zanja, la distancia a recorrer se alarga hasta unos 1.100 metros.

Sin embargo, podría parecer que aunque algo minimizado, el misterio aún persiste. ¿Tenían los romanos la capacidad técnica para movilizar bloques de semejante peso, aunque fuera en una distancia relativamente corta?


 

Los ingenieros romanos fueron expertos en la movilización de bloques pétreos de gran tamaño, incluso en condiciones mucho más difíciles que las que pudieran haberse dado en Baalbek, donde la cantera se encontraba relativamente próxima. Durante la época imperial, muchos obeliscos egipcios fueron transportados desde sus emplazamientos de origen hasta la península itálica; al menos una docena de éstos fueron erigidos de nuevo en Roma misma. Entre éstos el que actualmente se encuentra en la plaza de San Juan de Letrán, erigido inicialmente por Tutmosis III en Karnak, hacia el siglo XV a.C. Su altura es de 32 metros, los lados de la base miden 2,70 y los de la cúspide 1,88.


 
Durante el reinado de Teodosio I (379-395), otro obelisco procedente de Karnak fue colocado en la “spina” del hipódromo de Constantinopla. Los detalles al respecto se conocen a través de la obra del historiador bizantino Marcelino Comes (siglo VI d.C.) y por las inscripciones en el plinto de mármol de seis metros de alto sobre el que fue erigido. Este obelisco mide 19,59 metros de altura. Los relieves de la cara norte del plinto muestran escenas de la erección del monumento, bajo la vigilancia atenta del Emperador. Estos relieves son un valioso registro de las técnicas de la época.

El obelisco tuvo que ser trasladado una distancia de alrededor de tres kilómetros en subida desde el nivel del mar hasta su emplazamiento final en el hipódromo, mientras que en Baalbek la distancia fue bastante menor y cuesta abajo. Para realizar el trabajo, los romanos no dependían de la pura fuerza bruta de un ejército de esclavos tirando al unísono a una orden del capataz, sino que empleaban máquinas diseñadas ex profeso. Una de las novedades tecnológicas introducidas por los ingenieros romanos fue el amplio uso del movimiento rotatorio; por ejemplo, el uso de grúas potenciadas por norias. Para el traslado de bloques de gran peso, utilizaban malacates, en los que el movimiento rotatorio se transformaba en tracción.


El transporte del obelisco de Teodosio se logró al parecer con doce malacates, manejado cada uno por veinticuatro hombres.


 
Los malacates eran colocados en postes enterrados en el suelo a los lados de la vía de transporte, en dos hileras paralelas, a ambos lados del bloque a desplazar; cada malacate se ubicaba a cinco metros del siguiente. Cada una de las parejas de malacates de cada lado tenía un ángulo diferente para halar el peso. Cuando el ángulo de dos de los malacates era impracticable, los malacates se desmontaban y se colocaban más adelante. Por supuesto, el transporte era lento (se ha estimado en unos 30 metros diarios), por la necesidad de desmontar y volver a montar las máquinas cada pocos metros para aprovechar mejor la fuerza. Sin embargo, en vista de que en Baalbek se movieron varios bloques, es posible que los malacates se hayan armado en forma de callejón sin llegar a desmontarlos, para utilizarlos con los bloques sucesivos. El traslado de cada bloque hubiera sido así algo más rápido.



 
Sin la menor duda, la construcción de Baalbek fue una verdadera hazaña. Pero una hazaña humana, no el producto de alguna privilegiada mente extraterrestre. Si bien no ha alcanzado aún, ni quizás alcance nunca, la fama de la Gran Pirámide, Baalbek sigue siendo una referencia ineludible a la hora de especular sobre viajeros procedentes del espacio exterior. En rigor, su misterio ni siquiera debiera haber nacido, pues ya en 1905 no era misterio. Y sin embargo, la misma historia sigue repitiéndose una y otra vez…
 
Los restos arqueológicos más antiguos que se han datado, en la base del templo principal, son de hace 5.000 años, de la Edad del Bronce antigua, es decir, de la Edad del Cobre en Europa, la época de las construcciones megalíticas. Se podría considerar entonces que la extraordinaria plataforma de Baalbek fue obra de aquellos hombres de hace miles de años que se empeñaban en construir con piedras de tamaños gigantescos, a veces casi imposibles, y que no sabemos muy bien cómo. Para otros investigadores esto es trabajo de otra civilización anterior en miles de años, aquella que es considerada madre de todas las demás posteriores que sí conocemos. Sea como fuere esto parece obra de los dioses y los gigantes... como las tradiciones y leyendas antiguas nos dicen..



Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Baalbek
http://en.wikipedia.org/wiki/Stone_of_the_Pregnant_Woman#Second_monolith
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Patrimonio_de_la_Humanidad_en_el_L%C3%ADbano
http://www.jornada.unam.mx/2011/07/31/sem-libano.html
http://www.ellibano.com.ar/Turismo/baalbeck02.htm
 http://www.lamentiraestaahifuera.com/2010/06/22/2491/
 http://www.bloganavazquez.com/2010/07/02/baalbek-y-el-misterio-de-sus-grandes-piedras/

1 comentario:

  1. El obelisco pesa menos de 300 toneladas y se encontró en 1587 partido en tres piezas en el suelo. Posiblemente cuando estuvo en el circo máximo, ja estaba partido, precisamente para facilitar el traslado.
    Así que las cosas no son tan evidentes como se pretende demostrar. A partir de cierta masa la resistencia de los materiales que conocían en la época son insuficientes.
    Además, la erosión y el tipo de construcción de la base y el templo son diferentes.
    Comparto que es muy fácil hablar de alíenijenas y quedarse tan ancho, pero tampoco se debe pasar por tonto y creerse cualquier justificación para demostrar que la historia es como se ha dicho siempre. A la comunidad científica le molesta mucho que le rompan esquemas.

    ResponderEliminar