miércoles, 14 de diciembre de 2011

Un agujero negro comiendo,


Un agujero negro comiendo,


Un agujero negro u hoyo negro es una región finita del espacio-tiempo provocada por una gran concentración de masa en su interior, con enorme aumento de la densidad, lo que genera un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera los fotones de luz, pueden escapar de dicha región.
La curvatura del espacio-tiempo o «gravedad de un agujero negro» provoca una singularidad envuelta por una superficie cerrada, llamada horizonte de sucesos. Esto es una consecuencia de las ecuaciones de campo de Einstein. El horizonte de sucesos separa la región del agujero negro del resto del Universo y es la superficie límite del espacio a partir de la cual ninguna partícula puede salir, incluyendo la luz. Dicha curvatura es estudiada por la relatividad general, la que predijo la existencia de los agujeros negros y fue su primer indicio. En los años 70, Hawking, Ellis y Penrose demostraron varios teoremas importantes sobre la ocurrencia y geometría de los agujeros negros. Previamente, en 1963, Roy Kerr había demostrado que en un espacio-tiempo de cuatro dimensiones todos los agujeros negros debían tener una geometría cuasi-esférica determinada por tres parámetros: su masa M, su carga eléctrica total e y su momento angular L.

Se conjetura que en el centro de la mayoría de las galaxias, entre ellas la Vía Láctea, hay agujeros negros supermasivos.La existencia de agujeros negros está apoyada en observaciones astronómicas, en especial a través de la emisión de rayos X por estrellas binarias y galaxias activas
Es la primera vez que vemos una nube cayendo a un agujero negro”, afirma a SINC Stefan Gillessen, investigador del Insituto Max Plank y autor de un estudio que describe las primeras fases de este fenómeno. “Esto nos va a permitir aprender mucho sobre estos misteriosos objetos”.
La nube tiene una masa tres veces superior a la de la Tierra y se mueve hacia una zona en el centro de la Vía Láctea conocida como Sagitario A. Allí se encuentra una fuente de radio muy compacta y brillante y también se localiza, hipotéticamente, un agujero negro supermasivo.
Los científicos llevan observando la posición y velocidades radiales de la nube desde 2002, lo que les permite afirmar que la trayectoria coincide "extremadamente" con la órbita alrededor de un agujero negro.
“Ya podemos observar cómo la nube comienza a desgarrarse”, relata el investigador. “Las fuerzas de marea del agujero negro [derivadas de la gravedad] ‘estirarán’ la nube más y más en los próximos años”.

El agujero negro supermasivo que hay en el centro de la Vía Láctea está a punto de  tragarse una gigantesca nube de gas y polvo de estrellas, un acontecimiento astronómico que se ha logrado detectar con los telescopios del Observatorio Austral Europeo (ESO) y que, según los astrónomos, podrá observarse desde la Tierra.
El hallazgo de la futura 'cena' estelar, publicado esta semana en 'Nature', fue realizado por un equipo de astrónomos dirigido por Reinhard Genzel, del Instituto Max-Planck de Alemania. Los investigadores detectaron que un objeto que se acercaba al agujero negro de nuestro centro galáctico había aumentado su velocidad en los últimos siete años, hasta alcanzar los ocho millones de kilómetros a la hora.

Como su órbita es muy alargada, sus estimaciones indican que a mediados de 2013 pasará a 40.000 millones de kilómetros del borde del agujero negro (36 horas luz), es decir, una distancia muy pequeña en términos cósmicos que equivale a 250 veces la distancia entre la Tierra y el Sol. Los expertos indican que "es el límite más allá del cual nada, ni siquiera la luz, puede escapar".
La comida de este banquete está a 280ºC de temperatura, mucho más fría que las estrellas que lo rodean, y se compone, fundamentalmente, de hidrógeno y helio, que combinados forman una nube de gas polvorienta e inoizada, cuya masa es unas tres veces la de la Tierra. Según este trabajo, podría haberse formado del gas 'soplado' desde estrellas masivas jovenes cercanas que están perdiendo materia debido a sus fuertes vientos.

Esta nube es visible desde la Tierra porque brilla intensamente al recibir la radiación ultravioleta que hay en estrellas que se apelotonan en el corazón de la Vía Láctea. Ahora, su densidad es más alta que la del gas caliente en torno al agujero negro, pero a medida que se acerque a la 'boca de la bestia' la presión aumentará y se comprimirá.
Además, la gravitación del agujero, que tiene el equivalente a cuatro millones de masas como el Sol, acabará por estirarla, sacándola de su órbita. "En la ciencia-ficción ya se ha usado la imagen de un astronauta alargado como un espagueti cuando se acerca a un agujero negro; ahora podremos verlo en directo en la nube que hemos descubierto", señala, en un comunicado, Stefan Gillessen, otro de los autores del trabajo.
De hecho, los bordes de la nube ya se están deteriorando, como explican en el artículo, y acabarán por romperse en los próximos años. A partir de 2013, también comenzará a emitir radiografías, según creen los astrónomos. Mientras ese momento llega, el agujero negro se mantiene a dieta, porque a su alrededor no hay material que pueda atraer.
De hecho, desde que comenzó a observarse, en 1992, sólo se han visto dos estrellas tan cerca como esta nube del agujero, que lograron salir ilesas.

Por ello, los dos próximos años serán muy interesantes y nos darán información muy valiosa sobre el comportamiento de la materia que hay alrededor de los agujeros supermasivos", señala Genzel.
Tambien lo cree así Eliot Quataert, astrofísico de California, que también colabora en la observación del fenómeno: "Cuando miramos los agujeros negros en el centro de otras galaxias vemos que se ponen muy brillantes y luego pierden ese color, pero no sabemos lo que sucede. Ahora tenemos la oportunnidad de observar cómo se 'encienden' mientras el gas cae dentro, cómo se calienta y la luz que emite. Quataert estima que esa luz podría aumentar de 100 a 1.000 veces en este fenómeno.

Stefan Gillessen, Quataert y el resto del equipo utilizan un detector de infrarrojos que construyeron en el Very Large Telescope (VLT) que ESO tiene en Chile. Además, el telescopio espacial Chandra también ha programado para 2012 observar ese lugar de la Vía Láctea.
El concepto de un cuerpo tan denso que ni la luz pudiese escapar de él, fue descrito en un artículo enviado en 1783 a la Royal Society por un geólogo inglés llamado John Michell. Por aquel entonces la teoría de Newton de gravitación y el concepto de velocidad de escape eran muy conocidos. Michell calculó que un cuerpo con un radio 500 veces el del Sol y la misma densidad, tendría, en su superficie, una velocidad de escape igual a la de la luz y sería invisible. En 1796, el matemático francés Pierre-Simon Laplace explicó en las dos primeras ediciones de su libro Exposition du Systeme du Monde la misma idea aunque, al ganar terreno la idea de que la luz era una onda sin masa, en el siglo XIX fue descartada en ediciones posteriores.

En 1915, Einstein desarrolló la relatividad general y demostró que la luz era influenciada por la interacción gravitatoria. Unos meses después, Karl Schwarzschild encontró una solución a las ecuaciones de Einstein, donde un cuerpo pesado absorbería la luz. Se sabe ahora que el radio de Schwarzschild es el radio del horizonte de sucesos de un agujero negro que no gira, pero esto no era bien entendido en aquel entonces. El propio Schwarzschild pensó que no era más que una solución matemática, no física. En 1930, Subrahmanyan Chandrasekhar demostró que un cuerpo con una masa crítica, (ahora conocida como límite de Chandrasekhar) y que no emitiese radiación, colapsaría por su propia gravedad porque no había nada que se conociera que pudiera frenarla (para dicha masa la fuerza de atracción gravitatoria sería mayor que la proporcionada por el principio de exclusión de Pauli). Sin embargo, Eddington se opuso a la idea de que la estrella alcanzaría un tamaño nulo, lo que implicaría una singularidad desnuda de materia, y que debería haber algo que inevitablemente pusiera freno al colapso, línea adoptada por la mayoría de los científicos.

En 1939, Robert Oppenheimer predijo que una estrella masiva podría sufrir un colapso gravitatorio y, por tanto, los agujeros negros podrían ser formados en la naturaleza. Esta teoría no fue objeto de mucha atención hasta los años 60 porque, después de la Segunda Guerra Mundial, se tenía más interés en lo que sucedía a escala atómica.



En 1967, Stephen Hawking y Roger Penrose probaron que los agujeros negros son soluciones a las ecuaciones de Einstein y que en determinados casos no se podía impedir que se crease un agujero negro a partir de un colapso. La idea de agujero negro tomó fuerza con los avances científicos y experimentales que llevaron al descubrimiento de los púlsares. Poco después, en 1969, John Wheeler acuñó el término "agujero negro" durante una reunión de cosmólogos en Nueva York, para designar lo que anteriormente se llamó "estrella en colapso gravitatorio completo".





En 1995 un equipo de investigadores de la UCLA dirigido por Andrea Ghez demostró mediante simulación por ordenadores la posibilidad de la existencia de agujeros negros supermasivos en el núcleo de las galaxias. Tras estos cálculos mediante el sistema de óptica adaptativa se verificó que algo deformaba los rayos de luz emitidos desde el centro de nuestra galaxia (la Vía Láctea). Tal deformación se debe a un invisible agujero negro supermasivo que ha sido denominado Sgr.A (o Sagittarius A). En 2007-2008 se iniciaron una serie de experimentos de interferometría a partir de medidas de radiotelescopios para medir el tamaño del agujero negro supermasivo en el centro de la Vía Láctea, al que se le calcula una masa 4'5 millones de veces mayor que la del Sol y una distancia de 26.000 años luz (unos 255.000 billones de km respecto de la Tierra). El agujero negro supermasivo del centro de nuestra galaxia actualmente sería poco activo ya que ha consumido gran parte de la materia bariónica, que se encuentra en la zona de su inmediato campo gravitatorio y emite grandes cantidades de radiación.

Por su parte, la astrofísica Feryal Özel ha explicado algunas características probables en torno a un agujero negro: cualquier cosa, incluido el espacio vacío, que entre en la fuerza de marea provocada por un agujero negro se aceleraría a extremada velocidad como en un vórtice y todo el tiempo dentro del área de atracción de un agujero negro se dirigiría hacia el mismo agujero negro.
En el presente se considera que, pese a la perspectiva destructiva que se tiene de los agujeros negros, éstos al condensar en torno a sí materia sirven en parte a la constitución de las galaxias y a la formación de nuevas estrellas.
En junio de 2004 astrónomos descubrieron un agujero negro súper masivo, el Q0906+6930, en el centro de una galaxia distante a unos 12.700 millones de años luz. Esta observación indicó una rápida creación de agujeros negros súper masivos en el Universo joven.

La formación de micro agujeros negros en los aceleradores de partículas ha sido informada, pero no confirmada. Por ahora, no hay candidatos observados para ser agujeros negros primordiales.
La máxima aproximación al agujero negro sucederá en 2013, según ha estimado el equipo del Intituto Max Plank. “En ese momento la temperatura se incrementará súbitamente, lo que probablemente llevará a una fuerte emisión de rayos X”, predice Gillessen.
“En los próximos años observaremos cómo se ‘alimenta’ el agujero negro”, asegura el astrofísico. “Es un proceso que ocurre en todos los agujeros negros del universo, pero que suceda en el centro de nuestra galaxia nos da una oportunidad única para observarlo”.
Además, los investigadores esperan que este suceso también sirva para probar un modelo teórico sobre la estructura del agujero negro, llamado flujo de adición. Este postula la existencia y distribución de cierta cantidad de gas alrededor del agujero negro.
“Según cómo se perturbe el desarrollo de la nube, podremos determinar si el modelo de flujo de adición es cierto o no”, concluye Gillessen.


Fuentes:



No hay comentarios:

Publicar un comentario